Una naranja convertida en el balón oficial de la selección es la síntesis perfecta de lo que viene ocurriendo, en la gráfica del genial Heduardo.
Somos testigos silenciosos frente al uso abusivo e invasor de los símbolos más preciados, convertidos ahora en objetos políticos y no representativos del colectivo nacional.
En el afán de cada uno de los candidatos de mostrar la masividad y hegemonía de su propuesta, se está atentando contra los valores que lograban unirnos como sociedad, haciéndolos partícipes de la intensa polarización que nos divide.
Esta ruptura de las reglas de juego, penada o por lo menos prohibida, no merece tarjeta roja ni una llamada de atención, para seguir con la analogía futbolística. Avanza indetenible y se lleva de encuentro símbolos como el Escudo Nacional, que ahora adorna una camiseta de campaña que ya no es la tradicional rojiblanca o la Marca Perú que promueve la imagen del país en el exterior.
¿Qué labor están cumpliendo los organismos electorales en este contexto de infracciones y violación de las normas de conducta? Por lo pronto, el jefe del JNE tiene que defenderse de las acusaciones en su contra que se reproducen en los medios de comunicación y se alientan desde el Congreso de la República. Un piquete colocado en la puerta del local público rompe la tranquilidad con sus arengas y sus acusaciones destinadas a debilitar su accionar.
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La ONPE y algunas instituciones como la Defensoría e incluso instituciones de la sociedad civil han callado sus voces, tal vez por el temor de convertirse en blancos de estas estrategias de ablandamiento y distracción. Mientras esto ocurre, la aplanadora propagandística avanza dejando tierra arrasada, apropiándose de símbolos y dañando irremediablemente instituciones.
Ya no son solamente paneles que se pagan solos y que buscan desatar una campaña de desinformación y miedo. Ahora las redes se saturan de mensajes destinados a agraviar al contrincante y se recurre a la mentira y a la desproporción en un afán de seguir alentando el cargamontón contra un candidato para favorecer al otro. Requerimos como país que frenemos esta desatinada campaña contra el JNE y los organismos electorales en plena segunda vuelta. Es un contrasentido que muestra el talante antidemocrático de sus creadores y alienta la virulencia y el descontrol.
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