Vehículo calcinado tras enfrentamiento de autoridades y narcos en México / EFE
Una carretera comarcal del Estado de Jalisco (oeste de México) fue este lunes escenario de un nuevo órdago de violencia del crimen organizado contra las fuerzas de seguridad de este país. 15 agentes fueron asesinados y cinco resultaron heridos en una emboscada a plena luz del día, sobre las tres de la tarde, en supuesta venganza por la muerte de un narcotraficante el 23 de marzo en una operación policial. Las autoridades apuntan a que detrás de la matanza está la mano de un grupo que gana cada vez más poder en la zona, el Cartel Jalisco Nueva Generación.
La emboscada tuvo lugar en una carretera comarcal entre dos lugares clave del Estado de Jalisco: Puerto Vallarta, un centro turístico de referencia mundial, y Guadalajara, capital de Jalisco y segunda zona metropolitana más poblada de México, situados a 300 kilómetros de distancia. El convoy iba en dirección a Guadalajara. Según información de medios mexicanos, los narcos usaron coches en llamas para cortar la carretera y hacerle la encerrona a la policía. Los agentes iban en vehículos blindados, pero los criminales les dispararon con fusiles de asalto y lanzagranadas.
Los 15 muertos y los cinco heridos son agentes de Fuerza Única, un cuerpo especial creado por el Gobierno de Jalisco para encabezar la lucha contra el crimen organizado en la zona. Fueron agentes de Fuerza Única quienes abatieron el 23 de marzo a un jefe de sicarios del Cartel Jalisco Nueva Generación, Heriberto Acevedo, alias El Gringo. A partir de ahí se desató una cadena de represalias del cartel contra las autoridades. El lunes 30 de marzo, el número uno de Seguridad de Jalisco, Alejandro Solorio, sufrió un ataque del que salió con vida. Lo tirotearon mientras iba por carretera en convoy oficial. Solorio se ha referido este martes al atentado mortal contra los miembros de Fuerza Única, que está bajo su dirección: “Han sido asesinados en un ataque cobarde, lo que significa que no podemos bajar la guardia”. Este mismo lunes, horas después de la emboscada, también fue asesinado Miguel Ángel Caicedo, jefe de policía del municipio de Zacoalco de Torres, precisamente el lugar donde cayó El Gringo.
Jalisco es uno de los cuatro Estados que el presidente de México, Enrique Peña Nieto, señaló en noviembre como prioritarios en su estrategia de seguridad nacional. Desde marzo de 2013, más de 70 funcionarios han sido asesinados en Jalisco. Hace sólo tres semanas que cinco agentes de la Policía Federal cayeron en este Estado en otro ataque en el que murieron tres supuestos sicarios y dos ciudadanos atrapados por el fuego cruzado.
De los cuatro Estados indicados por el Gobierno, uno de ellos está en el noreste de México, Tamaulipas, y los otros tres, Jalisco, Guerrero y Michoacán, son Estados del Pacífico mexicano. Guerrero linda con Michoacán y Michoacán con Jalisco. Si bien dentro de este trío Jalisco ha tenido más estabilidad que los otros dos (en Guerrero tuvo lugar la matanza de Iguala y en Michoacán el conflicto de las autodefensas rurales), su actual cadena de violencia confirma a todo este conjunto regional como un reto para el ejecutivo de Peña Nieto.
En 2014 en Jalisco hubo según cifras oficiales 1.025 homicidios relacionados con el crimen organizado, menos que en 2013, 1.485. La tendencia de asesinatos va a la baja, pero se encuentra por encima de las cifras de hace un lustro: en 2009 fueron 679 los homicidios dolosos. El actor principal del crimen organizado en la región es el grupo que supuestamente ejecutó la matanza de los 15 policías, el Cartel Jalisco Nueva Generación, liderado por Nemesio Oseguera, alias El Mencho, considerado uno de los capos más fuertes de México después de la detención en los dos últimos años de Joaquín El Chapo Guzmán, líder del cartel de Sinaloa, Servando Gómez La Tuta, capo de los Caballeros Templarios, y los hermanos Miguel Ángel y Omar Treviño, sucesivos jefes de Los Zetas.
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