Luego de la fuerte caída de la actividad económica ante las medidas de contención de la pandemia, la economía peruana ha mostrado signos de recuperación en los últimos meses. En octubre, por ejemplo, el PBI cayó 3,8%, una clara mejora en comparación con la contracción de 39,9% en abril.
Pese a ello, el empleo continúa golpeado. Según la última data disponible del INEI, para el trimestre setiembre-octubre-noviembre del 2020, la PEA ocupada en Lima Metropolitana aún se encontraba 17% por debajo de su valor en el 2019, lo que equivale a más de 800 mil empleos que no han podido ser recuperados.
En este contexto de crisis, la fuerza laboral ha buscado alternativas para hacer frente al desempleo. Entre ellas, los aplicativos digitales de reparto a domicilio se han convertido en una opción recurrente entre los trabajadores urbanos.
Una alternativa moderna
Utilizando los datos de la Encuesta Permanente de Empleo del INEI se estima que, durante el trimestre móvil setiembre-octubre-noviembre del 2020, 46 mil personas se dedicaron al servicio de delivery en Lima Metropolitana, 9 mil más que el máximo alcanzado antes de la pandemia. Así, en comparación con el mismo trimestre del año previo, el empleo en el sector de reparto a domicilio se incrementó en 98%. En contraste, el empleo en el resto de actividades aún presenta una caída de 17%.
El trabajo de repartidor se ha convertido en una actividad importante, la cual representa cerca del 1,1% de la PEA ocupada en Lima Metropolitana y se ubica dentro de los 20 empleos más populares de la capital en términos de puestos de trabajo generados (a inicios de año, se encontraba en el puesto 59). En el trimestre móvil setiembre-octubre-noviembre del 2020, el 52% de los repartidores eran mujeres, la mayoría eran adultos jóvenes (el 50% tenía menos de 30 años) y el 71% contaba con secundaria completa o menos. Esta ampliación de la fuerza laboral ha cubierto la creciente demanda por reparto a domicilio en un contexto de distanciamiento social y medidas de precaución ante contagios.
Los desafíos de la economía colaborativa
Los repartidores de delivery, los taxistas por aplicativo, quienes alquilan sus viviendas por Internet, entre otros, forman parte de la economía colaborativa (o ‘gig economy’). En vez de recibir un salario fijo, los trabajadores en estas actividades reciben un pago por cada tarea completada. Así, disponen de mayor flexibilidad: ellos deciden cuándo y cuánto trabajar. El Banco Mundial estimó que en el 2018 aproximadamente 17 millones de personas participaron en la economía colaborativa a escala mundial y es probable que este número se haya incrementado considerablemente en los últimos años.
Sin embargo, la economía colaborativa presenta algunos desafíos para las personas que participan en ella. Diversos estudios coinciden en los riesgos que asumen los trabajadores de aplicativos debido a que en su mayoría no disponen de ahorros previsionales, cobertura de salud, fuente segura de ingresos, ni otros beneficios y protecciones laborales como vacaciones remuneradas.
En el Perú, por ejemplo, varios repartidores por aplicativo buscan mejoras en su remuneración o condiciones laborales en general. En Lima Metropolitana, durante el trimestre móvil setiembre-octubre-noviembre del 2020, el 38% de ellos estaba buscando otro trabajo, un incremento de 17 puntos porcentuales con respecto al 2019. En comparación, del resto de trabajadores de la capital, solo el 24% buscaba otro empleo en el mismo trimestre.
Es probable que el descontento de un grupo de trabajadores se deba, en parte, a la significativa inclusión de personas que no solían desempeñarse en este rubro antes de la pandemia, y a que los ingresos de esta actividad se redujeron durante los meses más difíciles de la cuarentena. Si bien estos se han venido recuperando, el ingreso promedio mensual aún está S/100 por debajo de lo recibido en el mismo período del año previo. Adicionalmente, algunos trabajadores con empleo regular también han decidido complementar sus ingresos con trabajo flexible en sus tiempos libres vía plataformas.
Buscando soluciones a largo plazo
Para Miguel Jaramillo, investigador principal de Grade, el incremento de este tipo de trabajos durante la crisis y la búsqueda en paralelo de empleo por parte de los repartidores son una muestra de que para muchos trabajadores esta actividad funciona como un seguro de desempleo. Como tal, se trata de un salvavidas temporal para aquellos que optaron por este empleo ante la falta de otras alternativas y esperan conseguir otro trabajo en un futuro no tan lejano.
Así, Jaramillo menciona que, para una solución de largo plazo a la escasez de empleo, se requiere de la reducción de las barreras de entrada al mercado laboral formal. Según el académico, ello parte por revisar la regulación laboral, orientándola a promover la contratación formal, y, gradualmente en el mediano plazo, apuntar a desvincular la protección social de la condición laboral de los ciudadanos.
Ante la fuerte contracción del empleo, las plataformas virtuales han tenido un rol significativo como alternativa contra el desempleo para una parte de la población. Hacia adelante, idear mecanismos adecuados de protección social para sus colaboradores y promover el acceso al mercado laboral formal son tareas pendientes.
Fuente: Instituto Peruano de Economia
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