Vista panorámica del distrito de Pichari
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Por: Ferrer Maizondo Saldaña - Doctor en Educación
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Conocer la organización y funcionamiento de la UGEL Río Ene-Mantaro es el propósito encomendado por la Dirección de Apoyo a la Gestión Educativa Descentralizada del MINEDU. Viajamos con el colega Miguel Pinedo Rentería. De Lima en vuelo hasta Huamanga. He aquí mi periplo:
Camino a Pichari
De la capital Ayacuchana, Huamanga, se viaja vía terrestre por una ruta asfaltada que va un poco más allá de Tambo. Luego, el gran espacio es afirmado con pequeños trechos de asfalto hasta San Francisco. El tránsito es de acuerdo a horario. Seis horas de viaje en camionetas 4 x 4. También hay autos. Parada previa en Quinua, pueblo pintoresco e histórico, donde el arte se respira en cada esquina, y es casi obligatorio desayunar chicharrones, choclo con queso, y agua de muña para la sed y los malos aires del viaje. El descenso es serpenteante por profundas quebradas. Entre trecho y trecho el calor va acentuándose y la vegetación muestra sus múltiples matices. Paradas forzada cada cierto trecho porque maquinaria moderna y cientos de hombres corren contra el tiempo para asfaltar todo el recorrido. Los trabajos de bermas, cunetas, sobreanchos, puentes, alcantarillas y mezcla asfáltica en caliente, no se detienen. Hay evidencias de deslizamientos constantes de piedras y lodo sobre la carretera.
Entre ríos, árboles, arbustos y montañas se encuentra el Valle. La columna vertebral es el río Ene con sus afluentes, meandros e islotes. En la selva alta está la frontera que une Ayacucho, Cusco y Junín. San Francisco, Kimbiri y Pichari y compiten en crecimiento y desarrollo a punta de cemento, asfalto y luces de neón.
Al culminar la bajada y retomar el asfaltado, un inmenso y macizo puente une San Francisco y Kimbiri. Ayacucho y Cusco. Un breve recorrido por la margen derecha de la etapa final del río Apurímac y llegamos a llegamos Pichari.
El eje comercial de la zona es Pichari. Distrito joven. Clima cálido. Hiperbólico ánimo para convertirse en provincia. Cargado y recargado de entusiasmo por el crecimiento económico. Calles y avenidas asfaltadas, amplias y bien organizadas. Instituciones públicas, plazas y centros comerciales con infraestructura moderna. Ladrillo y cemento sustituyen casas de madera y calamina. Pollerías, chifas, restaurantes, bares y recreos disputan espacio con farmacias, ferreterías y bodegas. Las personas mayores mantienen en su lenguaje y vestimenta su origen andino o nativo de la amazonía. Las familias más conocidas y primigenias son de la Cruz, Medina, Silvera, Ortega. La plaza principal es un homenaje, alegoría a la hoja de coca. Bosque adentro, cascadas de gran altura son el atractivo mayor. Las caudalosas caídas de agua presentan diversas formas por las que reciben sugerentes nombres: cataratas el Rey, Velo de Novia, Secreto del Amor, el Ángel, Salto de Gallito.
El cultivo de la coca y cacao desbordan los espacios. Complementan el plátano, piña, papaya y yuca. Marcada deforestación. El rozo y quema de la vegetación es continuo. La coca con sus pequeñas hojas de verde intenso con fruto de color rojo crece incluso bajo la sombra de inmensos árboles. Cosecha tres veces al año. El secado es en caminos, borde de la carretera y pampones.
Nuestro primer encuentro con un nativo fue con Amadeo Barboza en la comunidad de Otari, Pichari, que tirado en esteras calienta las plantas de sus pies sobre un fogón a medio arder. Comenta sobre sus 8 esposas, 48 hijos. Sentencia con algo de rabia y mucha decepción que ellos no se llevan bien con los colonos (personas no originarias del lugar) porque se aprovechan, discriminan, abandonan y dejan harto hijos. Nunca retornan a dar de comer o vestir a sus herederos. Ni el apellido dejan.
Valle Río Ene
El recorrido de Pichari al Centro Poblado Río Ene es por una pista inaugurada hace un año que clama y reclama a gritos por su mil grietas y huecos. Los diezmos de los contratos sacan la lengua de brea y hormigón en cada trecho muy bien aceitado. Dos horas y media de viaje.
El río Ene surge de la confluencia del Apurímac y el Mantaro. El río Apurímac es "el poderoso que habla". En palabras de José María Arguedas, sólo es posible verlo desde las cumbres, y su voz se oye en todas partes. Corre por el fondo de las quebradas más pro¬fundas que es posible imaginar…jamás se calla, es como el canto profundo del abismo increíble que empie¬za en la nieve y termina en la selva. Para Riva-Agüero, es un río de curso arrebatadísimo, destrozador de moles gigantes, vencedor de las más duras breñas. El río Mantaro, río envenenado con residuos mineros, desemboca triste con su tonalidad entre verde y amarillento. Ernesto Bonilla del Valle con acento lírico dice que al río Mantaro todos le llevan amarrado en la garganta, en la letra de los huaynos más tristes. Y, cuando el Mantaro llegó a la Oroya una lluvia de polvo de fósforo y azufre envenenó sus venas, ensució su manto luminoso, ahogándolo sin piedad, como a los pobres mineros.
El puerto del Centro Poblado Río Ene es conocido como Embarcadero. Puerta de entrada al valle. Un pequeño pampón desnivelado al pie de la carretera y al borde de un riachuelo rodeado de casas de toscas madera mal labradas y con techo de calamina sirven de espacio para el comercio diario y la feria dominical en la que huamanguinos, huantinos y huancaínos disputan mercado. Las viviendas están acondicionadas como tienda, almacén, bar, restaurante y alojamiento. Plastiquería, ferretería, verduras y cajas de cerveza resaltan en cada ángulo. Un leve descenso conduce hacia el embarcadero de pequeñas y medianas barcas multicolores que comunican con otros centros poblados y distritos del valle. Una loza deportiva y algunas casas de material noble es lo más moderno en cuanto a infraestructura de cemento, ladrillo y fierro.
Dos sencillos alojamientos dan posada no solo al peregrino. Por las grietas de los tablones que separan las habitaciones fluyen, además de gemidos y ronquidos, mosquitos y zancudos que hacen de las suyas con la sangre fresca.
Decenas de camionetas 4 x 4 ingresan y salen durante todo el día y la noche en un desorden parroquiano. Pareciera que nadie se altera y todos viven o negocian en calma. Nadie ve pero todos sientes y miran. Ninguno de ellos oye pero todos escuchan. Antes que el viento llegue ya están enterados de la presencia de un desconocido. El vuelo no solo es de los insectos y aves. El alboroto y la juerga están más allá. Un delgado y disimulado camino conduce, cruzando un tosco y estrecho puente de madera, a dos bares de bullicioso ruido, luces multicolores y damas de brillo nocturno.
Los nativos de la zona son Ashánincas, organizados en pequeñas y dispersas comunidades. No citadinos. Viven en extrema pobreza y constante desplazamiento. Pobreza absoluta. Alimentados con yuca, plátano y “de vez en cuando”, pescado. Masato, la bebida del día a día. Cultivan también cacao y piña. No tienen sembríos de coca. Nadie utiliza zapato. Los niños corretean con su pelo decolorado propio de la desnutrición crónica. La cusma de los varones es de algodón. La cusma de las mujeres y los niños son telas de tocuyo o piel de ángel. El achiote resalta la belleza de las damas quienes dibujan en su rostro originales diseños.
La hoja sagrada es cultivada por los colonos, nombre con el que se denomina al migrante, mayoritariamente del ande. Quechuas. Chancas o huancas. Los colonos Llegaron como pequeños comerciantes o jornaleros para cosechar coca. Los que no cayeron en las garras de la enfermedad o no se dejaron espantar por los insectos, se quedaron. Generación de mil sacrificios. Identificados y comprometidos con el desarrollo del pueblo, territorio que no está claramente delimitado en el Ene, porque unos desean pertenecer al Cusco y otros a Junín. La esperanza del canon los divide cada día más.
Después de la palabra ingeniero con el que se reconoce al funcionario o técnico de algún organismo público o privado, la palabra maestro es la utilizada para señalar al profesor o servidor del Ministerio de Educación.
La UGEL
La UGEL Río Ene-Mantaro es la institución más importante del Centro Poblado. Creada con Resolución Ejecutiva Regional y no con Ordenanza Regional como corresponde. La norma de creación resalta: “Sin que tenga la categoría de ejecutora”. Su Directora es la autoridad de mayor respeto. En un solo distrito hay dos UGEL, Río Ene-Mantaro y Río Tambo. Caso único de los únicos casos en el Perú.
El local de la UGEL está a un extremo de la población, al costado de la Institución Educativa Jaime Cerrón Palomino. De material prefabricado, cedido en uso. Dos ambientes, una computadora, una impresora, seis pupitres. Local sin internet, agua ni servicios higiénicos. No tienen movilidad para desplazarse. Supervisión a pie o vía fluvial. No cuentan con documentos de gestión, Jefe de Personal y Jefe de Área de Gestión. De 15 servidores de la UGEL, 13 son docentes destacados, y 02 CAS financiados por la Municipalidad Río Tambo. Tiempo de viaje a la Unidad Ejecutora (UGEL Satipo): 08 horas en bote sumado a 03 horas en auto. Capacitados en el olvido. Sorpresa. Primera vez que representación del MINEDU llega a la UGEL.
Cuando preguntamos por las instituciones educativas, responden rápidamente que están en el morrito o en la faldita. Términos que señalan distancia no cercana, y se diferencian del aquisito que se utiliza en los andes. En realidad son varias horas de caminata por delgados y escarpados caminos que se pierden y surgen entre árboles y arbustos, cruzando, algunas veces, límpidos riachuelos. Un aleteo de multicolores mariposas bordean las transparentes aguas.
La visita a las instituciones educativas es la comprobación de un país diferente. Distanciado. No integrado. Alumnos que no conocen de zapato más que como figura de sus libros. El piso de sus aulas es de tierra y mal aparejadas. Tablones toscos cortados por los padres hacen de paredes. Techo de calamina que sofoca más el cálido ambiente. Infraestructura de las instituciones educativas, precarias. Construidas artesanalmente. 36 docentes en el valle sin pago desde abril. La Institución Educativa más alejada (Parijaro) está a 4 horas en bote y 7 horas de caminata.
Al costado del aula, en paréntesis de la clase, una maestra asa sobre la brasa un par de yucas peladas. Aprendió usos y costumbres de la comunidad. En ritmo monótono la yuca va dando vuelta. El hijo de la docente, con mirada perdida y soñoliento, aguarda el almuerzo del día.
Pero entre tanta miseria, abandono y olvido, hay fuertes brotes de entusiasmo, espiritualidad y voluntad de los maestros. No pierden la alegría. Absorbiendo la esencia de la tierra, integrándose más al bosque, dejan atrás lo que estorba y vienen asumiendo actitudes y maneras nuevas de compartir sus conocimientos y experiencias. Conjuntamente con sus niños no dejan de cantar: Carachamita, carachamita/ como me gusta tu boquita/eres sabrosita con mi yuquita/ y platanito/comiendo en caldito.
Los padres no dejan de quejarse. Reclaman más atención. Están cansados de gestiones y viajes a la ciudad. Retornan con mil promesas. El apoyo no llega. Entre cambio de luna y estación vienen funcionarios que “ni siquiera se bajan del bote”. Mandan llamar a las autoridades. Tienen miedo cruzarse con la sushupe, jergones, cascabeles y culebras. Espantados de las moscas e insectos se van apurados.
Río Abajo
Temprano parte el bote. Ocho horas de viaje sobre un río de aguas rápidas. El recorrido es de Río Ene a Puerto Prado. La embarcación lleva por nombre Señor de Puelles, como clamando bendición divina.
En el apuro del embarque, la señora Alicia Quispe, alcanza a mi colega una bolsa que contiene un envase lleno de plátanos fritos y una botella grande conteniendo ajonjolí hervido. Con suspiro profundo y lágrimas en los ojos, dice: cuánto quisiera que se quede para que me ayude a trabajar la parcela.
Conforme vamos navegando el verde es más intenso y coposo. Se nota que en el bosque todo se mueve. Todo suena. Las aves se deslizan por las ramas, los animales brincan. La escenografía es soberbia, apabullante, inolvidable. Los sonidos y voces de los ribereños tienen tonalidades variadas entre puerto y puerto en que se detiene la lenta embarcación. Por momentos los múltiples matices del verde marean la vista. La embarcación tiene un guía que con señas va orientando al motorista que está en la parte posterior. Por partes el guía va midiendo, con enorme rama, la profundidad del río. Hacia donde uno gire la cabeza, las imágenes asombran, enmudecen.
El río Ene con sus aguas movidas y ondulantes discurre por la parte oriental de la provincia de Satipo. Se nota las pendientes. Pequeños pueblos ribereños resaltan con sus calaminas y plásticos. Bases militares salpican en ciertos lugares, en una de ellas somos sometidos a revisión de nuestras pertenencias.
Llegamos a Puerto Prado, capital del distrito de río Tambo, en cuyas orillas confluyen el río Ene con el río Perené, cuyas aguas forman el río Tambo, que uniéndose con el río Urubamba forman más adelante, el río Ucayali, para luego unirse con el río Marañón, y finalmente formar el río Amazonas.
Puerto Prado, sábado de tarde, la vida pueblerina está de descanso. La actividad es de lunes a viernes. Trabajadores del municipio, profesores y servidores de diversas instituciones públicas se alejan los fines de semana. Los pocos alojamientos están cerrados porque están separados con anticipación para ser ocupados los días laborables. Un viejo automóvil recorre las pocas calles anunciando que es la última movilidad del día para viajar a Satipo. En el camino hay que cruzar el río Perené sin descender del auto sobre una chata.
En la Selva Baja
El domingo mientras recorriamos Satipo, y luego de compartir frescos y sabrosos jugos en el mercado, llamamos con voz forzada, de un teléfono público, a nuestro colega de trabajo en el MINEDU, Juan Cerna Dorregaray, para solicitarle que se apersone al diario el Peruano, donde estaba publicándose una Ordenanza Regional que hace semanas esperamos. Agregando, además, que requeríamos la precisión si la publicación era a colores o en blanco y negro. Su presencia era urgente y por órdenes del Jefe de Equipo. Posiblemente al notar una llamada extraña y que su fin de semana se alteraba, Juanito respondió con marcado nerviosismo que en ese momento se encontraba fuera de Lima. Una enorme y bronca carcajada nos delató.
El lunes de madrugada retornamos a Puerto Prado. Llegamos a la UGEL cuando están izando la bandera. La entonación de la sexta estrofa del Himno Nacional no tiene la misma vitalidad de estrofas anteriores. La directora se esmera en atendernos y brindarnos información. Requieren de mayor y mejor infraestructura. El pasadizo es parte del almacén de materiales que todavía falta distribuir. Necesitan de documentos de gestión actualizados. Los especialistas solicitan mayor capacitación en gestión educativa. Cuentan con apoyo del Municipio Distrital de Río Tambo, especialmente en cuanto a movilidad para supervisar y brindar asistencia técnica.
En algunas instituciones educativas enormes placas de mármol testifican que el Comando Sur de los Estados Unidos tiene presencia por estos lares. En la carretera cruzamos con un maestro y sus niños de Primaria que se dirigen caminando hacia el río, riachuelos y manantiales, botella en mano cada uno, para recoger tipos de agua. Al detenernos para admirar y fotografiar un enorme cerro en forma de perfecta pirámide, un espontáneo agricultor nos ofrece enormes, maduras y coloradas papayas. Al cruzar un riachuelo y notar abundante mariposas, una de las especialistas que viaja en la comitiva explica que los insectos de alas grandes y colores vistosos se agrupan así para aspirar la orina dejada por algunos hombres.
Con prolongada y torrencial lluvia iniciamos el día en San Martín de Pangoa. Centramos nuestra atención en visitar instituciones educativas de la localidad. Saulo Canchuricra, compañero de estudios universitarios nos recibe con el afecto y chacota de siempre. El libro Pangoa: visión geo – histórica e intercultural, publicado con otros docentes testimonia su interés por conocer e investigar tierradentro. Pangoa es La tierra de los aromas. Aromas de cacao y café. El cacao crece en todo el valle. El clima, la composición del suelo y el trabajo del agricultor han generado productos medianos, alargados, color marrón oscuro de exquisito aroma y sabor suave que permitirá luego preparar y degustar chocolates, y recetas esenciales de pasteles, helados y licores. La cultura de conservación y sostenibilidad de los recursos naturales renovables ha encontrado en Pangoa como su mejor exponente.
Culminamos la visita el jueves en Satipo en la UGEL Ejecutora. Eber Rojas, el Director, nos acompaña a las instituciones educativas. En cada escuela hay pedidos para mejorar el trato y la atención en la UGEL. Han mejorado en comparación a los años anteriores, pero todavía falta, le increpan al Director. Una madre de familia, molesta, alterada, increpa al Director de la UGEL que hace un año concluyeron la construcción de una institución educativa para Educación Inicial, y hasta ahora, julio 2015, no pueden hacer uso porque el Presidente Regional no viene a inaugurarlo. La molestia también es porque los padres de familia tienen que cuidar el colegio por turno en las noches, caso contrario multa de 20 soles. En el camino recogemos hojas de achiote que el colega Eber nos recomienda es bueno para la próstata, mal que afecta a la mayoría de especialistas mayores del MINEDU. Satipo es conocida como el paraíso de las cataratas. Cuenta con más 200 saltos de agua.
Resalta ´Las tres hemanas´, que tiene 914 metros de altura y está considerada como la tercera catarata más alta del mundo. Clima cálido y al mismo tiempo húmedo y lluvioso.
Los problemas y necesidades que presentan las UGEL en la selva alta y baja son similares a los que tienen las diferentes UGEL del país. Cuentan con directivos recién designados y profesionales con pocos meses desempeñando como especialistas. Ante la indiferencia, la inoperancia o la falta de presupuesto, las UGEL operativas están con una fiebre por convertirse en UGEL Ejecutora.
Punto final
Iniciamos el retorno bordeando sembríos de tangelo, naranjas, cacao, piñas, café, papayas, mandarinas y plátanos. Una inmensa despensa es la selva central. Existen frutos de múltiples variedades que faltarían recetas en el mundo para disfrutarlos. Pasamos Chanchamayo. Ascendemos hacia Tarma. Un alto en Palca para saludar al Toffe, Benjamín Gonzales Basinni, personaje de mil historias, hospitalario y promotor de corridas de toros en su pueblo. Tarma y su manjarblanco. Con sus inmensas chimeneas nos recibe la minera y metalúrgica ciudad de la Oroya. Entre escombros y desolación, aferrados a su raíz, cientos de familias claman justicia en Morococha. Ticlio o Abra de Antícona, paso obligado hacia Lima. Prolongado descenso y, retomamos el aire familiar.
Julio, 2015 huachosperu@gmail.com