El violín fue guardado en el baúl de los recuerdos. El fino instrumento de color propio de la madera, barnizado, con su voluta o cabezal tallado descansa; las cuatro cuerdas están silenciosas.
Por: Ferrer Maizondo Saldaña
Huachos está de duelo. Uno de los violinistas más destacados de la zona acaba de fallecer. Espíritu Rivas ha guardado en el cajón de los recuerdos su violín. El fino instrumento de color propio de la madera, barnizado, con su voluta o cabezal tallado descansa; las cuatro cuerdas están silenciosas.
La navidad en Huachos es la fiesta del violín, la sonaja, el zapateo y las coplas. A los hermanos Espíritu y Lucas Rivas, los vimos siempre con su violín, tocando para los mayordomos o los chavineros; y, en los últimos años, por Barrio Arriba o Barrio Abajo. Los sonidos de sus violines producen un sonido melodioso que año a año hacen zapatear a niños y adultos.
El sonido del violín anuncia que la navidad se ha iniciado, es la noche del Juyñupampa, teniendo como personaje central a Roque Salvatierra, conocido como “Resistencia”, porque durante días estará zapateando en diferentes espacios, acompañado muchas veces solo por el violinista.
La noche del 24 o Noche Buena, Espíritu Rivas está siempre atento al zapateo grupal que recorre el pueblo desde el pesebre hasta el templo, acompañando al Niño Dios. Un par de copas de quemadito alienta el ánimo del músico y los danzantes.
El día de los violinistas y los buenos zapateadores es el 26, el día del atipanakuy. Ahí veremos siempre a Espíritu Rivas, brindando ritmo y sonido en la plaza de armas de Huachos. Las tonalidades son varias. En pleno zapateo, ¡Vicuna!, ¡Vicuna!, lo llamarán lo bailarines.
Al violinista se le llama “Vicuña” porque el sonido que se desprende de su violín imita el sonido del fino auquénido que pastorea en Quiropalca o Suytupampa.
A Espíritu y Lucas Rivas, los mejores zapateadores del pueblo le prestarán siempre atención auditiva, y convocando a los otros danzantes dirán: ¡oído viejo!
Espíritu Rivas tenía en sus venas la sangre y la emoción del artista. Fue siempre un artista. También fue un gran danzante en la fiesta de la Santísima Trinidad. Lo veíamos con su chicote y campanilla en la mano, cintas y espejos, bailando al ritmo del bombo, violín y triángulo, representando a los “Negritos” de Ranramarca.
En paralelo a su vida de artista, Espíritu Rivas fue maestro albañil, carpintero y artesano del adobe. Muchas casas y techos del pueblo son su obra.
A Espíritu Rivas, hombre sencillo, con su sombrero de paño, su chompa turquesa abierta con botones, lo recordaré de manera particular las veces que fuimos a Chupanmonte y Tambillo a cortar árboles para el techado de la casa familiar, y entre descanso y descanso narrando sus recorridos y aventuras de la vida.
Al gran amigo, buen violinista, danzante y artesano, lo despediremos con una copla navideña de nuestro pueblo Huachos:
“La parca ingrata
y tan cruel
a los mejores
ha quitado la vida”.