VALENCIA, Venezuela (Reuters) - Desconsolados familiares recibían el jueves los cuerpos de decenas de reclusos fallecidos en el incendio de una comandancia policial de Venezuela, uno de los incidentes más trágicos de las últimas dos décadas en el sobrepoblado sistema carcelario del país.
El Gobierno del presidente Nicolás Maduro prometió una profunda investigación del suceso, en el que murieron 68 personas, incluidas dos mujeres que estaban de visita en las celdas del cuartel policial en Valencia, una ciudad ubicada a unos 150 kilómetros al oeste de la capital Caracas y que una vez fue un próspero centro industrial.
Aún no se conocen los detalles oficiales de cómo se originó el incendio, pero varios familiares dijeron que, de acuerdo con el relato de los presos que sobrevivieron, habría ocurrido una revuelta y policías habrían tratado de controlarla.
“Mi sobrino murió por asfixia”, dijo a Reuters Ignacio Manzanilla, un comerciante de 42 años, mientras esperaba le entregaran el cadáver de Joel, que llevaba tres meses detenido en ese lugar por robo. “Lo que sabemos es que se armó un motín, entraron unos policías (...) con armas”.
La comandancia policial de Valencia, como muchos centros de reclusión en Venezuela, tiene más presos de los que puede recibir, denunciaron organizaciones de derechos humanos locales. Este tipo de instalaciones son utilizadas para mantener a los presuntos delincuentes detenidos hasta que son enjuiciados.
Las autoridades no han revelado la cantidad de heridos que dejó el incendio, pero familiares dijeron que pasaron una lista con los que fallecieron calcinados. Algunos se salvaron del incendio porque habían sido trasladados a una cárcel de la zona apenas unas horas antes, dijo un familiar a Reuters.
El secretario de la gobernación del central estado Carabobo, Jesús Santander, dijo el miércoles que un policía recibió un disparo en la pierna y aseguró que está estable.
Una doctora de un hospital de la zona dijo, bajo condición de anonimato, que unos 10 heridos ingresaron al centro de salud. La causa de muerte de la mayoría fue asfixia y quemaduras en casi todo el cuerpo y pocos presentaban heridas de bala, agregó.
Un recluso con quemaduras de segundo y tercer grado en su rostro explicó a Reuters que a las 7 de la mañana del miércoles escuchó unos detonaciones y luego vio un incendio.
“Me duele, pero gracias a Dios estoy vivo”, dijo Yorman Trejo, de 28 años, desde una cama de hospital. Recordó que escapó por un hueco en una pared y sintió el fuego en la espalda. Mientras hablaba con dificultad por su boca hinchada, su esposa, Wuilmary Blanco, de 27, le espantaba con una toalla una mosca cerca de la cara.
A las afueras de la comandancia reinaba una aparente calma el jueves, luego de que el día anterior se registraron enfrentamientos entre policías y familiares desconsolados y desinformados. Fueron dispersados con gases lacrimógenos.
Muchos parientes de las víctimas demandaban justicia y exigían que se aclararan los pormenores de lo sucedido.
“Hubo un incendio, se quemaron los muchachos, no tenemos muchos detalles” dijo José Hernández, padre de Jefferson, de 24 años, que figuraba en una lista como calcinado aunque su cadáver aún no aparecía. “Lo que queremos es justicia y que se aclare lo que sucedió”.
Pasado el mediodía, seguían sin identificar unos 15 cadáveres.
La desinformación seguía y ninguna autoridad gubernamental había hablado. El presidente Maduro, sus ministros y jefes del Servicio Penitenciario guardaban silencio sobre el hecho. El principal canal estatal de televisión, VTV, mantenía su programación en los actos religiosos católicos de Semana Santa.
El jefe de la policía de Carabobo y responsable de ese centro de reclusión, José Aldama, respondió vía telefónica que no tenía permiso para dar información de lo ocurrido.
Un grupo de familiares llegó a especular con distintas versiones, entre las cuales está que unos funcionarios policiales rociaron con gasolina a los detenidos. “¿Cómo se explica que estén tan calcinados? No se puede explicar”, dijo Daniela Pastrana, una embarazada de 32 años que tiene otros tres hijos pequeños. Comentó que su esposo, Endruver, la llamó por teléfono mientras eran atacados a tiros y con gasolina.
En Ginebra, la agencia de derechos humanos de Naciones Unidas instó el jueves a las autoridades venezolanas a llevar a cabo una investigación rápida sobre el incendio, a proporcionar reparaciones a las familias de las víctimas y a identificar y llevar a los responsables a la justicia.
La organización no gubernamental Observatorio Venezolano de Prisiones asegura que en los calabozos policiales del país sudamericano hay al menos 32.600 detenidos y que el hacinamiento de esas instalaciones supera el 400 por ciento.
El gobernador del estado Carabobo, Rafael Lacava, dijo que asumirá el compromiso de crear un consejo superior de seguridad estatal con el que buscará “descongestionar los retenes policiales”.
Al mediodía Elizabeth Gutiérrez ya había recibido el cuerpo de su marido Daniel de 28 años, quien estaba detenido por posesión de drogas. “Salía el próximo lunes en libertad”, dijo llorando desconsolada la mujer, quien quedó viuda con dos hijos.