Por: David Vilcapuma Gutiérrez  Licenciado en Educación Difusor de la literatura oral de la serranía chinchana.

Hubo mucha alegría compartimientos, música, concursos de danzas y reencuentros de camaradería por ello, es importante generar bibliografía de referencia en un ámbito crucial donde apenas existen tales investigaciones, dirigiendo la vista a sus orígenes sagrados, rastreando las evidencias de los mismos junto a la memoria de sus versados.

Según algunos patronos, en sus inicios este anexo fue un convento, que era un punto de reunión de los pobladores; es por esta razón que cada 6 de enero, se celebra la Bajada de Reyes, para recordar la adoración al niño Jesús por parte de los tres Reyes Magos, como signo del reconocimiento de la población.

La tradición es que esta fiesta costumbrista se viene celebrando desde el año 1977 hasta la actualidad de manera ininterrumpida por los hijos de dicha población y los residentes que están en todas partes del país y del extranjero.

La celebración de la fiesta se ha convertido en un tiempo mágico en la que la ilusión y la esperanza se nutre en la memoria de la población.

Los mayordomos de la fiesta costumbrista, expresan su profunda gratitud a todos los donantes y compoblanos, que han hecho lo posible para que esta celebración se haga realidad.

Conociendo a los patronos del anexo San Jerónimo de Almacén.

Por primera vez se promueve y se recoge los testimonios y su patrimonio cultural, local como legado histórico que corresponde preservar para las generaciones futuras.

Nos imaginamos que fueron muchos, pero por situaciones que desconocemos, están en el más absoluto silencio.

Uno de los patronos de este anexo fue el ciudadano don. Tiburcio Vilcapuma Saravia (Q.E.P.D), hombre muy respetado, trabajador y padre de familia responsable.

También está el ex Alcalde del distrito San Juan de Yánac, quien era don. Abelino Ramos Huamán (Q.E.P.D), y su esposa doña Celinda García Vilcapuma y el quien en vida fue. Valerio Reynoso Saravia, entre muchos otros que ya descansa en la eternidad.

Este hermoso valle es imponente por la producción agrícola, y ganadera, entre sus lugares más resaltantes se encuentra las fincas o parcelas, rusticas como: Toro rumí, cuyo patrono, fue el legendario y centenario, don Valerio Reynoso Saravia, quien a sus 105 años de edad aproximadamente acaba de partir al eterno descanso.

Taralla, propiedad de don Pablo Soto y Julio Soto Santiago y familia. Paty-Villa Alta, cuyo dueño fueron los señores: Tiburcio Vilcapuma Saravia, Sabino Yactayo Vilcapuma, hoy en día están los herederos. Trapiche, dueño Justino Sulluchuco, Victoria Huari, Juanito Vilcapuma Taquiri.

Almacén, cuyo dueño fueron los señores: Arsenio Vilcapuma Taquiri, Sabino Yactayo Vilcapuma, Crecencia Vilcapuma Saravia, Gamaniel Huamán Vilcapuma, Evaristo Huamán y Abelino Ramos Huaman y familia. Huayto, fue propietario don Benito Ramos Malpica y familia, Gregorio Quispe y familia entre otros. Cacacho, era propietario don Merardo Huamán, Daniel de la Cruz, y don Victorino Ramos Taboada y familia.

Cuenta también con un Colegio Nacional mixto, No. 22282 de nivel primario, cuyo aniversario se celebra cada 12 de Octubre. Almacén tiene un gran potencial turístico, lugares arqueológicos, que se encuentran dentro de su territorio.

Como son los Petroglifos de Toro rumí, (tajados), Petroglifo de Paty y su leyenda de Toro rumí, de quien hablaba ya, sus fundadores y descendientes, de este anexo, como parte de su Literatura Oral.

Sus pobladores, se dedican a la ganadería y agricultura artesanal, donde produce: Frijoles, pallares, garbanzos, maíz, yuca, camote entre otros. También hay árboles frutales, como el pacay, durazno, palta, chirimoya, manzana, lúcuma entre muchos otros.

El carrizo, en las orillas del rio Almacén, crecen los carrizos y la caña brava; con la que los pobladores, elaboran canastas para uso doméstico y esteras, las más grandes son usadas, para las casas rusticas.

Potencialmente tiene minería, pero la población unánimemente lo rechaza.

La leyenda de Toro Rumi

Cuenta la leyenda que todas las tardes, bajaba desde el cerro un embravecido toro de color barroso y permanecía en la quebrada manteniendo asustados a los pobladores.

Los lugareños que vivían en ese lugar, se recogían muy temprano en sus casas, evitando encontrarse con el bravío toro, que mantenía en zozobra a los escasos habitantes que vivían por allí.

Cierto día un poblador que se ganaba la vida elaborando esteras, iba por el valle en busca de carrizales que abundaban en los márgenes del rio, intentando pasar por el lugar.

Al verlo el toro se embraveció tanto, que bramando corría detrás del cañero, persiguiendo por toda la cantera del valle, hasta las riveras del rio, seguía corriendo hacia la ladera donde estaba el corral, lugar donde el buey logra alcanzarlo y envestirle una cornada al valiente cañero, dejándolo herido en el suelo.

En ese momento el toro muy agitado se paró y de pronto empezó a temblar, avanzó unos pasos, cayendo al suelo y muriendo en el acto arrojando sangre.

Algunos lugareños fueron corrieron hacia el corral en su afán de auxiliarlo al cañero, pero el cuerpo del hombre había desaparecido y la del toro se había convertido en una piedra grande.

Los pocos pobladores que acudieron al lugar, muy asustados y temerosos retornaron a casa, desde entonces los moradores de la comarca, designaron a ese lugar como Toro rumí.

Chincha, enero de 2020