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Gran Primavera Democrática por la igualdad de mujeres y hombres - VIDEO

Igualdad plena de mujeres y hombres. Unidos podemos derrotar la cultura machista que impide el progreso. Alas de libertad. Esta primavera Democrática no debe detenerse.

Manifestación popular del sábado 13 de agosto en la ciudad de Lima.
 

 

 

Oswaldo Carpio Villegas - Profesor en Marketing Político

 
En el Perú ha empezado en agosto del 2016 una Gran Primavera Democrática que no debe detenerse y cuyo principal objetivo debe ser barrer las taras antidemocráticas que aplastan a las mujeres y, a través de ellas, a toda la sociedad peruana.

El progreso, bienvenido en el Perú, requiere que mujeres y hombres libres de toda condición social, sepulten los obstáculos que impiden el despliegue de una sociedad que necesita de la libertad como todas las formas de vida necesitan del sol.

Libertad y democracia van unidas. El camino para conquistar mejor calidad de vida para todos debe consistir en romper las cadenas visibles e invisibles que obstaculizan el desarrollo personal, familiar y grupal.

El sábado 13 de agosto será uno de los hitos más importantes del Siglo XXI, que será verdaderamente nuevo, si a esta Gran Primavera Democrática que ha empezado con millones de personas movilizándose en el país y que sólo piden que acabe toda forma de violencia -contra la mujer, los niños y niñas, contra los hombres y las formas de vida democrática de las personas en el Perú, se le incorporan cambios en la cultura, la justicia, la legislación, en las penas que castiguen a los violentos y, también, cambios en los medios de comunicación.

Ha causado  enorme alegría encontrar a madres-solteras con sus hijos, madres-jóvenes- embarazadas con sus esposos, madres con sus padres y hermanos, mujeres que han sufrido el maltrato de hombres-poco-hombres, movilizándose, perdiendo el miedo al qué dirán; arrancándose las cadenas que aún las atan a relaciones opresivas, injustas, torturantes y altamente violentas.

Siempre habrá alguna persona llena de odios, prejuicios, miedos y formas de pensar y actuar oscurantistas, que dicen actuar a favor de las mujeres, pero las que a la hora de la verdad, a la hora de los hechos terminan atacando, intentando desprestigiar a las mujeres y hombres que aman la libertad y buscan hacer de nuestra Tierra un buen lugar para vivir, un lugar más justo para todos.

Las mujeres en el Perú sufren silenciosamente en las  calles, los hogares y los centros educativos violencia de baja intensidad mezclada con eventos de enorme violencia psicológica y física.

Adolescentes quedan embarazadas y deben cuidar, criar, educar, alimentar, dar protección a un hijo o a una hija, tarea para la cual no han estado preparadas. La cultura patriarcal dominante exculpa al "padre" de esa relación y es la mujer-adolescente de 15, 16 o 17 años la que debe asumir sola esa enorme tarea en la que además debe hacer de padre y soportar al energúmeno que “llega a ver al hijo” por el que no entrega un sol y pretende imponer supuestos derechos. Esa madre frágil físicamente asume toda la responsabilidad hasta llegar al sacrificio personal e incluso sexual por la niña o niño al que le da la vida. En esa condición tiene, que luchar contra la interferencia de los padres del progenitor, de la gente del barrio que la ve como una mujer fácil pues “la puerta ya fue abierta”.

Maltrato psicológico, físico y acoso masivo cotidiano. En la calle una madre joven con una hija pequeña o un niño pequeño es presa fácil de los cobardes-machistas que están siempre listos para el ataque bajo la forma de un “piropo”.

La mujer es también objeto de violencia de los sujetos que se niegan a dar el divorcio a la ex esposa porque se sienten sus propietarios y las amenazan directa e indirectamente. Antes ya fueron golpeadas y por eso pidieron el divorcio. Pero, estos cobardes instauran un régimen de terror contra ella y los padres. Los años pueden pasar uno tras otro pero el divorcio no llega. El objetivo es hacer sufrir a “la bruja” que se atrevió a pedir el divorcio. Si hay una propiedad en común las cosas empeorarán. Es que también los machistas se casan por dinero y calculan con cuánto se quedarán en este negocio.

Es cierto que también hay mujeres que roban, mienten, traicionan y tienen una moral que no va de la mano con lo pregonan. Es cierto, pero son una minoría como ocurre en todo en la vida. Son personas que han internalizado la conducta machista dentro de una cultura machista. Y esa conducta falaz no puede ser motivo para que no podamos reconocer que la gran mayoría de mujeres sufre opresión y es atacada a diario desde que sale de su casa. Es atacada por cómo se viste, si se arregla, si no se arregla, si está sola o si tiene pareja o enamorado o si sale con su pequeña hija, si estudia o no estudia. Es atacada con palabras violentas porque los sujetos-cobardes en grupo se sienten con el derecho de decir toda clase de groserías y vulgaridades dirigidas a la condición misma de la mujer. Es un ataque a la esencia misma de la mujer.

El machismo patriarcal tiene muchas formas. Desde el ataque vulgar y violento que va acompañado, luego de los golpes, por frases como “pese a todo así la quiero a mi flaca” como si la que hubiese dado la golpiza fuese la mujer;  hasta el ataque psicológico, diario, sordo, permanente porque el machismo es una expresión de profunda cobardía del que siente que tiene algo de poder. Ese afán de poderío del machista, esas enormes ganas de demostrar a los demás que los puede maltratar, aplastar, engañar y estafarlos, se manifiesta en el día a día con evidente complicidad de los demás que bajan la cabeza y sonríen ante el machito-envalentonado atrapado por el abuso de poder que se manifiesta en el afán de demostrar poderío.

Los ataques psicológicos que se profieren a diario y en los grandes medios de comunicación buscan ofender a la mujer en todas las circunstancias posibles. Es un machismo patológico que intenta ocultar heridas profundas no sanadas en el alma del machista que sólo se redimirá en unión terapéutica con las mujeres que buscan igualdad. El machismo, hay que reconocerlo, es una patología que tiene atrapado al victimario. Su liberación puede ser consecuencia de una alianza con la mujer si ambos quieren liberarse.

Los hombres tenemos un compromiso moral: actuar con entereza y gran responsabilidad frente a las mujeres, despojándonos de la tara machista que es como el racismo: una tara cultural en la que hemos sido educados, tanto en el hogar como en el barrio; en los centros educativos como en los centros laborales; tara, además, fortalecida por los medios de comunicación que han establecido un estándar de lo que debe ser y es una mujer y, también, un estándar sobre la conducta del hombre. Los medios de comunicación, especialmente la televisión, no están regulados y profieren todo tipo de conducta malsanas que afectan a todos pero especialmente a los niños y adolescentes. Es necesario atreverse a exigir la regulación porque ellos mismos no se auto-regulan.

A las mujeres tenemos que ayudarlas a no seguir reproduciendo una educación machista en sus hijos porque ellas, las mujeres, curiosamente, son el principal vehículo de transmisión del machismo como forma cultural opresiva y violenta. Tenemos el deber moral de apoyarnos entre todos para que juntos -hombres y mujeres- hagamos de la sociedad peruana un mejor lugar para vivir.
Una Gran Primavera Democrática ha empezado el 13 de agosto del 2016 augurando que el Siglo XXI será el Siglo de las Mujeres y de los Hombres libres en un mundo democrático.

NB: Los artículos publicados en la Sección Opinión Libre son de entera responsabilidad de sus autores. El contenido no refleja necesariamente la opinión de Huachos.com 
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