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Una supuesta “organización criminal integrado por seudo periodistas” estarían actuando con total impunidad en Chincha, desde hace muchos años, cuya vida es la extorción, chantaje y coima. Esta organización no tiene ética, ni moral, por ser el espécimen de la inmoralidad destructor de honras y de vida conyugal.
Algunos de ellos acumularon riqueza y otros colocaron a sus familiares en diferentes puestos de trabajo, incluso asesoraron a un ex alcalde altamente cuestionado.
En suma, se trataría de un sicariato periodístico, aplicando la sentencia “toma y daca”. Me das, yo te doy, te protejo, te respaldo, pero me pagas. Se trataría del apogeo de la delincuencia periodística, cuya vida es subsistir con la plata mal venida, producto de la calumnia, la difamación, y extorsión.
Hace unos 50 años apareció un noticiero con características propias de la calumnia y difamación, metodología empleada, con éxito, para ganar dinero sucio. Más o menos en 1973, solicitamos una entrevista al distribuidor de azúcar, de apellido Aybar. Estando frente a frente, con el personaje del azúcar, por encargo del periodista Adolfo Peschiera González, nos dijo: “no tengo bolsas de azúcar para dar a todos los periodistas, ya las di a fulano de tal, para que ya no me haga campaña de desprestigio”.
Prueba evidente de la extorsión que había entonces. Posteriormente en el mercado, durante una requisa, época de Alan García, de terrible escasez, la subprefecta que comandaba la acción, sugirió que el comerciante intervenido, nos diera un balde de aceite, seguramente para callarnos. Nos retiramos sin el silencio y complicidad, comprobando cómo la corrupción estaba incluso a nivel de la autoridad.
Desde esa época la prensa honesta liderada por Adolfo Peschiera, Aurelio Chacaliaza, César Rosas, Luis Brígnole Roy, Abraham Quispe, Miguel Ortiz Tipacti, Cogoyito Magallanes, Hildebrando Sánchez, Hugo Medrano, Pedro Saravia y Miguel Villar Marcos, entre otros, incorruptibles periodistas, se ubicaron al otro la de la infamia y de la calumnia. Por su valentía y desenmascarar a los corruptos Miguel Ortiz Tipacti fue atacado por “feto mechón”, hijo de “Campanita Bizcocho”, apelativo colocado por los mismos hombres honestos de la prensa. Las pruebas están en la otrora Revista Chincha, de Miguel Ortiz Tipacti. En el libro: la historia del periodismo chinchano, en preparación, hablaremos con nombres y apellidos de los malos elementos de la prensa chinchana.
Esta supuesta organización criminal ataca a las autoridades, empresarios e instituciones pidiendo cupos para cobrar mensualmente en los municipios, y en dichas entidades, hasta se han hecho empresarios para participar en las obras como denunció Wilder Pachas Dolorier, señalando nombres. Si no les dan, atacan sin piedad, llegando al extremo de expresar su xenofobia contra alcaldes foráneos, cuando no les daban su mensualidad.
Los sicarios de la prensa, salvo algunas excepciones, atacaron sin escrúpulos a Cesar Carranza Falla, pero adoraron al ex alcalde José Navarro Grau, colocándolo en el pináculo de ser el mejor alcalde, pero que éste -por su mal comportamiento- los expectoró considerándolos como sanguijuelas, entonces los mercenarios embistieron contra Navarro Grau.
Ahora, esta misma banda de extorsionadores ataca al alcalde Armando Huamán Tasayco que, dicho sea de paso -como cualquier ser humano- tiene defectos. Tal es el caso, patético: Condenaron a Carranza Falla por haber sacado, según ellos, a humildes vendedores ambulantes; y ahora atacan a Armando Huamán Tasayco, por permitir que algunos vendedores informales hayan retornado. Contradicción increíble. Ayer pedían retorno, ahora lo critican.
El pueblo chinchano o Chincha altino, apoyó la obra, del entonces alcalde César Carranza Falla. De modo, nadie está de acuerdo que los vendedores ambulantes retomen algunas calles, con el cuento de haber apoyado al alcalde electo.
Ya hay un acuerdo terminante, para que ese parcial retorno de invasores de las calles solamente sea por 3 meses, es decir hasta el mes de marzo. Falta poco para que se cumpla el tiempo para el desalojo de los mercaderes callejeros, que en el fondo no son tan humildes como se dice, sino tienen puestos en otros lugares.
Esperamos que llegue el mes de abril, entonces sabremos que el pueblo chinchano ha sido víctima de engaño o se dio cumplimiento a la ordenanza municipal. De otro lado, urge que la Fiscalía Anticorrupción encause en la investigación a esta supuesta organización criminal.
De lo contrario, Chincha es tierra de nadie.
NB: Los artículos publicados en la Sección Opinión Libre son de entera responsabilidad de sus autores. El contenido no refleja necesariamente la opinión de Huachos.com
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