Foto de archivo.
La población chinchana denuncia al administrador del penal Arturo Díaz por "cerrar los ojos".
Detrás de estos muros se esconden historias que por primera vez salen a la luz. Historias de criminalidad, donde ni las rejas, ni los barrotes evitarán su fuga.
Es un penal relativamente nuevo, aunque nunca se terminó por completo. Se llama Establecimiento Penitenciario Chincha y fue construido hace tan solo una década.
Quien habla es un agente penitenciario de Chincha con muchos años trabajando en el Instituto Nacional Penitenciario (INPE); y -pese a estar libre- vive prisionero de un sistema donde la justicia ha sido desplazada por la corrupción y la violencia. Nunca creyó, aunque suene irónico, que los presos que cuidaba terminarían siendo víctimas de extorsión.
Familiares, custodios y los mismos presos denuncian un sistema de extorsión semanal que debe ser pagado si se busca sobrevivir. Son reclusos siendo extorsionados por otros reclusos, principalmente por los delegados de pabellón.
Sus familiares han entregado a las autoridades todos estos váuchers y depósitos realizados a las parejas de otros presos quienes, aseguran, son los que en realidad dominan el penal de Chincha.
Saben que no tienen los mismos derechos que un ciudadano en libertad, pero viven sometidos al abuso y la criminalidad en su máxima expresión.
Extorsión en la calle y, ahora también en los penales. La misma historia triste y sin final.
Arturo Diaz Aliaga, director del penal es criticado por la población chinchana por su mala gestión del penal y por hacerse el de la vista gorda de lo que pasa detrás de los muros.
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