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24-02-2020 | ¿Te vas?. Me preguntó alguien especial a quien la conocí en el tren a Nueva Zelanda, a comienzos del verano, no conozcas a nadie y no atropelles a nadie que se ponga a llorar y crees que es linda solo por llorar.
Sin aliento y con un nudo espantoso en su garganta, replicó con nostalgia breve la pobre muchacha, linda es quien cree en ti, y quien te adora, y espera por ti cada segundo sabiendo que nunca volverás mi amor imposible de los tiempos medievales, y tras de sí, cerró la ventana de su balcón a orillas del mar, viéndome desparecer en la anaranjada tarde por última vez, enfundándome aliento al inesperado viaje hacia ¿Quién sabe a dónde?
Recorrí a campo traviesa salvando cordilleras y oníricas malezas, navegué mares insalvables y recalé en puertos inmemoriales, dormí a orillas de la luna, leí la estrellas, viajé al oeste donde todo es posible y al caer la tarde anaranjada, escuché la maravillosa voz del balcón, quejándose haberla atropellado resplandeciendo su extraña belleza a cada lágrima derramada; ensimismado y perturbado entendí que es imposible huir del destino.
@davidauris |
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