Los hallazgos arqueológicos en las pampas de Nasca y Palpa no dejan de sorprender al mundo.Ésta vez se trata del hallazgo y recuperación de un enorme geoglifo que representa a una orca, un cetáceo que forma parte de la bellísima iconografía de la Cultura Nasca.
La Orca es uno de los dibujos más enigmáticos y antiguos del circuito Palpa-Nasca y tuvo que pasar 50 años para que el Estado peruano lograra recuperarlo cuando ya se daba por perdido. Es un gigantesco dibujo que fue grabado sobre la ladera de una colina ubicada en las afueras de Palpa, en la región Ica, un lugar célebre porque fue sede de la vivienda y centro de estudios de la arqueóloga María Reiche.
« La orca es un cetáceo que habita en todos los mares del mundo. Es conocida como la ‘ballena asesina’ por su enorme tamaño y su ferocidad. En el antiguo Perú, los Nasca la consideraron una deidad vinculada al mar y fue representada en su fina cerámica escultórica. »
El geoglifo de la orca fue fotografiado en principios de los años 60 del siglo pasado y ya se le daba por desaparecida cuando fue identificada y rescatada por el equipo de arqueólogos liderado por Johny Isla Cuadrado, responsable de la Oficina Descentralizada de Cultura de la región Ica.
El geoglifo mide unos 60 metros de largo, equivalente a más de tres buses del Metropolitano puestos en fila.
“A diferencia de las líneas de Nasca, el geoglifo de la Orca está dibujado en la ladera de una colina, lo que indica que se trata de uno de los geoglifos más tempranos de la región”, sostiene Isla y reconoce que “otros geoglifos de este tiempo hay en Palpa, cosa que casi no sucede en Nasca, donde la mayoría de líneas y geoglifos están dibujados en zonas planas”.
Si bien su hallazgo y recuperación demostró la calidad y dedicación de los arqueólogos peruanos, el geoglifo de la Orca corre en grave peligro debido al tráfico de terrenos que afecta la zona de Palpa. La figura ha sido cercada por supuestos traficantes de tierras que de la noche a la mañana han adquirido como “terrenos eriazos” enormes zonas protegidas por el Estado peruano.
Fuente: La Republica