La etnóloga peruana, Aída Vadillo; la descubridora de la civilización más antigua de América, Ruth Shady; y la pionera en la divulgación televisiva de las tradiciones andinas, Alfonsina Barrionuevo, han sido las primeras en recibir de la Biblioteca Nacional de Perú la Medalla Clorinda Matto de Turner al mérito de la mujer intelectual.
Estas mujeres hablaron en la celebración del pasado miércoles por la noche sobre su afán de saber y de transformar el país.
Ruth Shady, formada en la Universidad de San Marcos, es la gestora de la puesta en valor de la ciudadela de Caral, creada en el año 3000 A. C. y localizada a unos 200 kilómetros al norte de Lima, en el valle de Supe. Ha trabajado con la población local para que se beneficie de la historia de sus antepasados y del turismo, y a la vez resguarde el lugar.
La arqueóloga usó la comparación con los antiguos peruanos para afirmar que hoy no hay un desarrollo armonioso. “Por eso la migración continúa y se hace más fuerte a pesar de la tecnología, porque no hay atención a un país megadiverso. En el pasado, recibió tecnologías apropiadas a esa diversidad, pero en el presente aplicamos un mismo modelo a todo. No tenemos vías de conexión como deben ser. No se manejan los recursos y el territorio con esa visión de gran diversidad, para que si un recurso cae, tengamos otras salidas”, comentó Shady, en alusión a la minería.
La promotora del complejo arqueológico Caral comentó que en prospecciones realizadas en la costa han encontrado rieles de trenes que hoy no existen: “Estas conexiones ayudarían a articular los centros poblados entre sí, he visto llorar a agricultores porque no pueden sacar su producción a los mercados”.
“No hay una relación armoniosa entre el área urbana y la rural. Trabajamos muy cerca de Lima, pero muy lejos de la atención en la zona rural. Por eso en los conflictos sociales hay mucho resentimiento: porque quienes viven en conexión con la ciudad ven cómo se vive allí y cómo ellos no pueden tener esas condiciones en sus centros poblados. Es un colectivo que no va a encontrar felicidad, porque donde hay resentimiento, hay también delincuencia e insatisfacción. Y la gente, por la pérdida de valores, está esperando el asistencialismo. Faltan políticas de estado con una visión más cercana a nuestra realidad: megadiversa, natural, cultural y con una diferenciación social interna muy grande”, sugirió.
Vadillo, nacida en 1931 en un pueblo de la sierra central, migró a Lima para estudiar en la Universidad Nacional de San Marcos, en el Instituto de Investigaciones Etnológicas fundado por Luis Valcárcel, y fue la primera mujer en dirigir un departamento de Antropología en el país. Con más de 80 años, buena salud y energía, sigue siendo profesora universitaria. “Me preguntan cuándo dejaré de estar corriendo. Mi respuesta es cuando ya no pueda hacerlo. Mi deseo de conocer, rodeada de gente joven, todavía me mantiene en pie. En la docencia encuentro la razón de mi vida pues consiste en dar lo mejor que uno tiene. Las joyas y los bienes materiales en algún momento se nos pueden ir de las manos, pero lo que llevas en el corazón y en la mente, lo tienes para siempre y puedes compartirlo con los demás”, afirmó la etnóloga.
Tras agradecer la medalla al director de la Biblioteca Nacional, Ramón Mujica, la abogada y periodista Barrionuevo comentó que no creía haber hecho nada extraordinario, solo conocer el país. “He aprendido a amar y conocer Perú en las comunidades andinas. Las ciudades no han hecho nada por mí. Cuando caminábamos y nos quedábamos sin comer con el camarógrafo, intentaba comprar un poco de charqui (carne seca) y chuño (patata seca), pero me decían: 'Ahí está, come lo que quieras'. Nunca me ha faltado la gentileza de la gente del Ande, que comparte siempre”, destacó.
La medalla instituida por la Biblioteca Nacional lleva el nombre de Clorinda Matto, escritora cuzqueña que nació en 1854. Matto fue la primera mujer que dirigió un diario, y denunció las condiciones de explotación a fines del siglo XIX en las comunidades de Cusco. La autora es considerada también una precursora de la corriente indigenista en el arte peruano. Durante el acto del miércoles, los trabajadores de la biblioteca también rindieron homenaje a Carmen Checa de Silva, quien con inventiva creó, a mediados del siglo XX, los bibliobuses, para que los libros llegaran a los lugares más apartados de Lima. “Su trabajo sigue siendo un modelo y su presencia sigue viva en esta casa”, remarcó Mujica.