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Al descender del enmarañado y envejecido bosque, leí la olvidada carta que alguien me alcanzara al despedirse, titulaba, ¿Cómo conocí a un extraño Colportor?
“Estaba prevista de tareas, ensimismada en lo que me encanta hacer. ¡Qué casualidad! El único día que voy al Parque, alguien extraño se me acercó que no logré distinguir su rara apariencia, ocultado sus facciones entre la tímida barba y extraños bigotes, lucía un sombrero extravagante de lentes prominentes y solo alcance mirar algo de sus labios surrealistas, tenía un mensaje inesperado y emprendedor ¡vendía voluntades! ¡Pero yo como siempre realista le dije que no, trató de convencerme, igual le dije que no!, entonces, le propuse un mensaje más retador y de allí inició nuestra mágica comunicación virtual.
De regreso, luego de recoger mi pesado equipaje, lo vi distraído, mejor todavía, iba por mi sendero, recordé que era una retama amarilla, y sin ningún temor le propuse compartir unos minutos a bordo, tembloroso me acompañó, resultó ser un cactus de todas partes… igual lo querré y si él se marcha, le diré hasta pronto, pues en otras vidas nos encontraremos y consumaremos nuestro destino empezado!!! Soy tu retamita que siempre estará, esperándote mi adorado Colportor de todas partes”
Al concluir esta lectura, arrasado en llanto recordé que me pidió casarnos, sin remordimiento alguno me marché lejos, como ahora que acampo al pie de este pino milenario.
Nota Bene: Colportor, eran personajes que viajaban de pueblo en pueblo por la difusión y venta de la Biblia.
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