David Vilcapuma Gutiérrez Licenciado en Educación |
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La cultura es el saber de lo que somos. Esto existe en nosotros desde el momento en que nacemos, siendo el aporte moral e intelectual de nuestros padres, en un inicio y posteriormente en su entorno.
Ambos forman lo que se llama la identidad cultural, una de las formas en que los pueblos y ciudades, ponen en acción sus formas de vida y mantienen su identidad cultural.
A través del reconocimiento y la práctica de sus valores. La cultura es todo aquello, como las tradiciones, la música, el baile, la literatura, el arte, la arquitectura, la cocina y toda las demás costumbres, que hace que la sociedad funcione.
También están las creencias, manifestaciones comportamientos, que identifican a un determinado grupo de personas, una comunidad, pueblos y ciudades, donde surgen sus vivencias.
Como por ejemplo en el distrito de San Juan de Yánac. Existe una estrecha relación con la salud mental de las personas, por esta razón la cultura afecta directamente a la salud mental.
La población que presenta, menores niveles de educación, empleo, economía, vivienda y salud, el racismo, la discriminación, el rechazo continuo, la hostilidad y los sentimientos de vergüenza, propician un circulo de desventaja que favorecen al abuso de sustancias como el alcohol y todo tipo de drogas, así como la depresión y otros trastornos mentales.
Que se convierten en obstáculos, para el derecho del goce del buen trato para el ciudadano con problemas de salud mental y la aceptación de la familia y demás personas, que lo rodean.
También, menciono que las enfermedades mentales, aun se consideran como algo vergonzoso, forzando a las personas con enfermedad mental, que siempre los nieguen, siendo estos completamente marginados.
Muchos de estos pacientes son marginados por su propia familia.
Solo tomando conciencia de la enfermedad mental y conociendo sus causas y consecuencias, podrán llevar una vida más correcta en nuestra sociedad.
Como siempre desde mi linda tierra del caserío de Chilcaní, en esta oportunidad con un arreglo de Belinda Armas, desde la ciudad de Terni-Italia.
En pueblo nuevo, vivía la abuela Teófila, ella era una mujer sencilla muy trabajadora y lista, criaba sus aves de corral y otros animales, para el sustento de la familia en momentos de crisis económica.
Todo muy bien organizado, por la abuela, los patos tenían sus pozas de cemento, las gallinas sus corrales, acompañados con los pollos.
Belinda, vivía su infancia, tranquila, mientras su madre trabajaba para su sustento. La abuela Teófila estaba a su cargo de Belinda, quien recordaba como una mujer abnegada y con mucha fortaleza a su abuela.
En esos tiempos el agua no existía en casa, se compraba a los camiones cisterna. Luego se hacían carrera para traerlos, empujando cada uno su barril.
Una mañana la abuela le pide a su nieta Belinda, que coja los huevos de una de las gallinas del corral y preparar una tortilla para el desayuno.
Belinda, no le prestó mucha atención a la abuela, pero así fue al corral muy contenta, cogiendo varios huevos.
Ingresó a la cocina, prende el fuego en ella y coloca, la sartén con un poco de manteca para calentarlo. Luego coge un huevo y lo revienta al borde de la cocina, para freírlo y se llevó una gran sorpresa, cuando ve caer del cascaron a un pollito con vida, que se movía en la manteca de la sartén caliente.
Belinda dio un grito de horror al ver esta realidad, que sucedía y se le quitaron las ganas de saborear su rico desayuno. Chincha, mayo 2017
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