El bajo crecimiento económico mostrado por los países de América Latina y el Caribe en los últimos años seguiría afectando el desempeño de los mercados laborales de la región durante 2017. Según las últimas estimaciones, la tasa de desempleo urbano regional podría ubicarse en 9,4% en el promedio del año.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) dieron a conocer la última edición de su publicación conjunta Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe (No. 17, octubre 2017), en la cual resumen el comportamiento laboral de la región durante el primer semestre del presente año y analizan las características de la transición de los jóvenes –uno de los grupos más afectados por el deterioro laboral- del sistema educativo al mercado laboral.
Según ambos organismos de las Naciones Unidas, durante la primera mitad de 2017 se apreciaron dos tendencias: si bien se mantuvo el deterioro de algunos indicadores laborales, como las tasas de ocupación y desempleo, al mismo tiempo se constata un menor ritmo de este deterioro, lo que podría indicar “la luz al final del túnel”.
CEPAL y OIT señalan que la debilidad de los mercados laborales de la región también se refleja en la calidad del empleo. En seis de ocho países con información disponible, la creación de empleo por cuenta propia fue más dinámica que la creación de empleo asalariado durante el primer semestre de 2017. También se constata un estancamiento de la creación de empleo registrado en varios países de América del Sur (Argentina, Chile, Perú, Uruguay), mientras que en América Central y México, esta variable mostró mayor dinamismo. Finalmente, los salarios reales del empleo formal aumentaron en seis países (Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Nicaragua y Uruguay), mientras que disminuyeron en dos (México y Perú).
Con respecto a los jóvenes, el documento explica que este grupo generalmente enfrenta problemas estructurales de inserción al empleo productivo y trabajo decente.
El estudio profundiza en el análisis del perfil de los jóvenes que estudian y trabajan según el grupo etario, encontrando algunas diferencias significativas. Por ejemplo, entre los adolescentes de 15 a 19 años hay una gran proporción de jóvenes estudiantes que trabajan para aportar a la economía de su hogar. En cambio, en los subgrupos de 20 a 24 y 25 a 29 años, entre los jóvenes que combinan el trabajo y el estudio, predominan los ya insertados plenamente al mercado de trabajo y que realizan estudios a nivel postsecundario como insumo clave para una trayectoria laboral ascendente.
El documento aborda además los programas y políticas que se han implementado en la región para fomentar una mejor transición entre la educación y el trabajo e incrementar la empleabilidad de los jóvenes. Estos se enfocan tanto en aspectos de la oferta (formación, capacitación, guía de carrera y laboral, subsidio para transporte, cuidado, etc.) como de la demanda (subsidios salariales, incentivos para emprendimiento), así como en la mejora de los sistemas de intermediación laboral.
La dificil entrada de la juventud en el mercado laboral formal.
LEER EL DOCUMENTO COMPLETO
Recibe las últimas noticias del día