El caminante en un momento de reposo a la vera del camino.
Autor: Ing. Rigoberto Patiño Cárdenas - Mayo 2010
Esta historia fue una vivencia real. Sucedió en 1950, cuando vivíamos con mi abuelita Sergia en la casa de chacra en Goyllopampa.
Era muy niño y no entendía las decisiones de mis padres, lo cierto era que vivíamos en la casa rústica construido de puro adobe, techo de carrizo y tejas; eran los meses de inicio de clases en la Escuela Primaria 556, estaría estudiando el segundo año de primaria y mi profesor era Conrado Soldevilla del Río.
Dormíamos en la casa de campo y al día siguiente temprano caminaba hacia el pueblo para asistir a clases, después de clases por la tarde retornaba a casa. Mi ruta favorita de venida de Goyllopampa-Huachos era caminar por la margen derecha del riachuelo de Huaycos, por la casa de Elisa Cárdenas en Huayrapata, luego tomaba la acequia a Cuchicancha hasta el filo del cerro sito en la parte oeste-norte de Huaycos, Capillapata.
Las caminatas al pueblo por las mañanas lo realizaba sumamente contento, lo hacía retozando, jugando alegremente y por razones poderosas lo hacía con una confianza total, no tenía ni el más mínimo recelo de tropezón ni caída, jamás pensé y menos en un accidente cuando caminaba por el filo del cerro y por los bordes de las acequias.
Desde la acequia a Cuchicancha al llegar a Capillapata me ponía triste, melancólico e impotente, sentía que todo era muy cómodo y fácil a pesar de que el camino era de trocha peatonal y muy agreste, era camino de arriero, me sentía flotar en el aire, no sentía ningún malestar ni cansancio, ni sed, ni hambre, no sé porque ese trecho lo hacía a gran velocidad.
Después de un tiempo ya en 1962, lo recuerdo porque ese año no pude estudiar mi carrera profesional por motivos económicos. Hice una remembranza de esas caminatas y de mi actitud de difícil comprensión para esos años de los viajes, luego comprendí el porqué.
Recién pude deducir el porqué de mi caminata por esa ruta y era que lo realizaba acompañado por mi Ángel de la Guarda que dirigía mis pasos y me protegía de todo accidente. Lo más importante es que luego descubrí el porqué un niño camina alegre y contento por esos parajes solitarios y descampados.Lo hacía con la seguridad del momento, porque jugaba y retozaba, era porque caminaba sobre una parte o trecho de la colina, en donde otro niño o sea el niño Jesús o niño Dios jugaba en su jardín llamado "Niño Pucllana" yo, al pasar por su lado en donde el niño Dios jugaba, era sobre piedras grandes en forma de batanes, sobre estas piedras planas del tipo arenisco de color claro similar a las rocas del río Conocorán.
Existe tres lugares o rincones algo cercanos entre sí de unos 50 mts, en donde se nota claramente y limpiamente las huellas físicas del niño sobre la superficie de los batanes, se nota las yemas de los dedos del niño, la mano, el codo, pisadas de niño descalzo, esa era la razón por la que el “Niño Pucllana” trasmitía a mi espíritu caminante y me contagiaba la alegría de su juego.
Algunas veces presentía que el tiempo me ganaba y temía llegar tarde al colegio, entonces pasaba apurado, pero como todo niño inocente y juguetón, lo que hacía era sacar de mis bolsillos dos canicas de vidrio o bolitas coloreadas de cristal y los colocaba en las huellas de los dedos del niño Pucllante y seguía rápido mi caminata.
Al día siguiente u otro día al pasar por Niño Pucllana ya no encontraba las bolitas dejados en las huellas de los dedos del Niño, entonces pensaba en forma positiva, Dios ha prestado a los niños pobres para que jueguen en su casa con otros niños.
Al llegar a la cumbre de Capillapata de donde se divisa hasta el cerro Ccacrillo la esplendorosa belleza y sin par del panorama de la geografía de Huachos, me ponía triste y melancólico, porque en ese sitio, según mis padres y profesores había antes una Cruz grande que miraba y protegía con su manto a Huachos y, como niño pensaba de que el Niño Dios después de jugar en el jardín Niño Pucllana buscaba refugio para protegerse del sol, de las lluvias (algunas veces llovía fuerte) o simplemente quería descansar o abrigarse y no podía hacerlo porque la Cruz en Capillapata ya no existe, área inclusive que sirve de reposo hasta ahora cuando se sube caminando desde Huachos hacia Huaycos vía Yanarume.
En mi próximo viaje a Huachos me autoprometí realizar una caminata de peregrinación a Capillapata y al jardín Niño Pucllana. Para muchas personas huachinas que tradicionalmente profesamos la verdadera religión católica, apostólica y romana, para quienes hemos leído y comprendido la Sagrada Biblia y seguimos de cerca sus divinas enseñanzas, me atreveré con devoción y humildad y si Dios lo permite, llevar la imagen bendecida del Divino Niño Jesús para el jardín Niño Pucllana y la imagen bendecida del Señor de los Milagros para Capilla Pata. También llevaré algunos juguetes de niños para que el Divino Niño Dios siga jugando, prestando o regalando a otros niños de la zona sus juguetes y al mismo tiempo proteja a Huachos de todo mal como hasta ahora lo ha hecho.