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Aquel viejo y tenebroso miedo hacia la nada, tornó apoderase de mí, sumergiéndome en un laberinto de indecisiones.
Una ingrata noticia adherida a mi extraordinaria soledad, mellaron mi frágil hábito feliz, avivando la llama de mi ermitaña infancia.
Desoladoramente pensé, ¿Qué tan frágiles somos los seres humanos? Perpetramos grandes hazañas como los héroes griegos, pero en el recóndito de nuestro ser, yacemos vulnerables a los insignificantes desaires del destino.
Aquel insospechado desaire me consuela haber inspirado este Blog. Aunque realmente no sé por qué escribo, quizás lo hago para evadir los laberintos de la desdicha.
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@davidauris |
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