En los conflictos derivados de la competencia por recursos hídricos entre la costa y las zonas altoandinas, los usuarios de agua de la costa suelen argumentar que la sierra —sobre todo, las cabeceras de cuenca— es un espacio casi despoblado, donde no solo no existe actividad económica significativa, sino, además, los pocos que habitan estas zonas; no saben cómo sacar provecho de los recursos naturales. Esta es una de sus justificaciones para proponer que el agua se trasvase a la costa, donde, según su visión, sí se la sabe aprovechar.
Sin embargo, esta percepción no refleja la realidad. En muchas zonas de las partes altas de las cuencas puede encontrarse una floreciente actividad de comunidades pastoriles que crían gran cantidad de camélidos sudamericanos y que, de ese modo, han logrado dinamizar la economía local. Esas comunidades, mediante faenas comunales tradicionales de irrigación artesanal, han logrado conservar e incluso ampliar los bofedales1 de los que dependen sus animales para alimentarse, enfrentando de ese modo la menor disponibilidad de agua en sus territorios, cuya situación podría agravarse con el cambio climático.
Los canales artesanales de Carhuancho
Un ejemplo es el caso de la comunidad indígena de Carhuancho, en la parte alta de la cuenca del río Pampas, en el distrito de Pilpichaca, provincia de Huaytará, departamento de Huancavelica. LRA visitó esta comunidad y comprobó que desarrolla una pujante actividad económica basada en la crianza de más de 36,000 alpacas. Los alpaqueros, gracias a su organización comunal, han construido una amplia red de canales artesanales que suman más de 30 km. Estos canales permiten la conservación de los bofedales, que además de proveer pastos naturales para las alpacas, funcionan como almacenes naturales de agua y regulan el flujo del recurso hídrico.
Silvano Guerrero, comunero de Carhuancho, explica que la zona de bofedales en las riberas del río Carhuancho se mantiene verde todo el año, gracias al trabajo de los alpaqueros. «En todo este río, en ambas márgenes, hay canales de riego y lagunas artificiales, con noventa y ocho sistemas de riego artesanal, trabajados por toda la gente para llevar agua», destaca.
La importancia estratégica de los bofedales
Guerrero estudió este sistema tradicional de canales de irrigación junto al investigador Andrés Verzij, de la Universidad de Wageningen (Holanda)2, ellos identificaron tres tipos de canales en dicho sistema. El primer tipo se usa para ampliar los bofedales, para lo cual se construye el canal a unas docenas de metros del borde de los bofedales existentes, y con ellos se riega la zona comprendida entre el bofedal y el canal. El proceso puede tardar años, pero da buenos resultados.
El segundo tipo de canal corre a través de los bofedales ya existentes y se utiliza para el riego de áreas que tienen escasa capacidad de retención o donde el flujo de agua subterránea está bloqueado. Estos canales se encuentran en los terrenos que flanquean el río Carhuancho y son vitales para el sostenimiento del bofedal, que actualmente está amenazado por el retroceso de los glaciares y la erosión del lecho del río. El tercer tipo de canal es utilizado estrictamente para el transporte de agua, sin el objetivo de extender o mantener los bofedales.
Los servicios ambientales proporcionados por los huancavelicanos
Estos valiosos ecosistemas altoandinos —a cuya conservación contribuyen los comuneros huancavelicanos— prestan servicios ambientales hidrológicos al valle de Ica y sus agricultores —especialmente a los agroexportadores—, pues las lagunas y bofedales captan el agua en las alturas, la que luego es trasvasada y utilizada en Ica durante cuatro meses al año. A pesar de ello, los comuneros huancavelicanos no reciben ninguna compensación y, por el contrario, son discriminados, pues la administración del Proyecto Especial Tambo-Ccaracocha (Petacc), que gestiona las obras del trasvase, ha sido encargada al Gobierno Regional de Ica, excluyendo a los huancavelicanos de la toma de decisiones respecto al uso de las aguas de las lagunas en su territorio.
Ya existen iniciativas enfocadas en esta problemática, como la evaluación del Servicio Ambiental Hidrológico en la cuenca integrada Huancavelica-Ica, iniciada por el Prodern3 que está diseñando un esquema de pago por servicios ambientales. Sin embargo, esta iniciativa aún encuentra resistencias entre los agricultores iqueños que fueron encuestados por el Prodern: solo el 39% del total de los encuestados se mostró dispuesto a contribuir económicamente dentro de un esquema de compensación en el cual se pagaría 0.0028 soles/m-3.3-4
Estas experiencias nos muestran que los pobladores de las zonas altoandinas saben gestionar su territorio y que, al hacerlo, prestan servicios ambientales que deberían ser reconocidos y compensados económicament5 Sin embargo, ello no es suficiente; también es esencial establecer mecanismos para que, en el caso de trasvases —como el Petacc—, los actores de ambas cuencas involucradas tengan participación en los espacios de tomas de decisión sobre la gestión del agua. Esta es aún una tarea pendiente en el conflicto hídrico entre Huancavelica e Ica, y en muchos otros en todo el país.
Notas
(1) Bofedal es un humedal de altura, y se considera una pradera nativa poco extensa, con permanente humedad. Generalmente se forma en zonas sobre los 3,800 m.s.n.m., donde las planicies almacenan agua de lluvia.
Fuente: LA REVISTA AGRARIA
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