En OPINIÓN LIBRE |

La mecánica de las cárceles en Chincha e Ica, entre la realidad y la ficción

Comparto también con ustedes una crónica de mi inspiración desde las cumbres de San Juan de Yánac, tu amigo de siempre, David Vilcapuma Gutiérrez.

Por: David Vilcapuma Gutiérrez - Licenciado en Educación
 


Las cárceles, tienen sus procesos y anhelos; de cambio y de readaptación, de los encarcelados. Algunos de ellos, trabajan y aprenden oficios, como carpintería, artesanía, trabajos en cuero, zapatería, computación, pintura y demás.

También se practican el deporte y una intensa actividad teatral y lectura, todas estas actividades, son parte de las terapias de readaptación, a la sociedad.

Para cuando salgan de cumplir su condena, puedan, desenvolverse con uno de estos trabajos honradamente, y así sentirse útiles; para con ellos mismos, sus familiares y quienes los rodean.

Me imagino que todas las cárceles, en el país, funcionan de esta manera.

Lo inaceptable, es saber que existen, organizaciones de extorsionadores y delincuentes organizados, que exigen a los familiares del preso, el pago dicen ellos simbólica,  de sumas de dinero.

Entre 1,000, 1,500, y 2,000 soles por cada celda; esta mafia, está actuando abusando de su poder en complicidad, con las autoridades. Desde el preso más pobre hasta el preso que tiene más dinero. Todo son parte de esta mafia.

En estas cárceles, cada sección, cuenta con un delegado llamado (Taita).

Este preso es el (jefe), quien hace los cobros, a la familia de los presos; existe una división de funcionamiento subterránea, donde se esconde las cosas malas que hacen los presos; y otra, real, que hace los hechos con formalismo, conviviendo, con esta realidad, como si todo estuviera funcionando en forma normal aparentemente.

Donde el personal del INPE, le temen a los presos, porque son amenazados y chantajeados.

¿Sería importante saber, que destino tiene el dinero, que piden a los familiares de los presos; y si las autoridades saben de este hecho?

Comparto también una inspiración más, desde las cumbres de San Juan de Yánac, tu amigo de siempre, David Vilcapuma Gutiérrez:
 
Los Oscuros Secretos de Yanina
 
Una tarde, cuando el caluroso sol, recogía ya, sus últimos rayos, vientos huracanados invadían la soledad de Yanina; quien era una niña, que apenas tenía 12 años.  

La oscuridad de las lomas, y el potrero, estaban en silencio; mientras la niña empezaba a caminar alegremente, entre pastizales y flores, por su hermoso pueblo, pintoresco y de lindos paisajes; quien se encuentra triste, con su escasa gente.

Orgullosa aún en su magra pobreza, pero cálida y fresca tierra. Donde nació y vio la luz por vez primera, donde empezó su vida, asumiendo responsabilidades, desde niña.  

Muchos niños de su edad y contemporáneo a ella; iban por mal camino, llenando a los pobladores de odio, por toda la sangre, que hacían derramar a sus víctimas.  

Yanina, mientras jugaba en la puerta de su casa, con sus amigas, fue detenida, por la policía, acusada de comunista; lo cual no era cierto.

Yanina, no entendía nada, de lo que estaba haciendo con ella; porque lo real, era su inocencia.

Sus padres imploraban, tratando de convencer a la policía, la inocencia de su hija. La frialdad y la crueldad de la policía, hizo actuar con rapidez, colocándole las esposas a la niña y llevándola directamente a la carceleta de la Unidad Anti Terrorista; donde permanecería, encerrada, durante un año.

En una pequeña, fría y mal oliente celda. Dormía en el piso, con apenas una colcha; que su madre, habría logrado  alcanzar sobre las rejas.

Por las noches, la encerraban, en la celda y en el día, permanecía en el jardín, interior de la Unidad Anti Terrorista. Yanina, se daba cuenta de la mirada, maliciosa de los policías; que la miraban, como perros hambrientos.

Ella, era apenas, una niña, que aún jugaba con sus muñecas de trapo. Que su madre, le habría comprado, cuando cumplió sus diez años. Quien, podría sonreír, teniendo una herida abierta, en lo más profundo de su corazón; decía y lloraba; Yanina, mientras caían sus lágrimas, en sus mejillas.

Desde ese instante, la vida fue un martirio, para ella. Los interrogatorios eran todo los días y eran terribles.

La golpeaban, torturaban, amenazaban, la llevaban amarrada con una soga, a un abismo, y le decían que la iban a aventar, si no hablaba. También le ponían corriente, y la ahogaban, en una tina con agua.

Que iba, a contestar Yanina, si no sabía nada; de lo que la acusaban.

Policías, que dicen proteger, a la ciudadanía, abusaban, violaban, chantajeaban, a las personas; que estaban detenidas en esa sede; al igual que sucedió, con Yanina.

En ese mismo lugar, Yanina, fue víctima de violación sexual; por los policías, se ensañaron con ella, estos depravados y dementes, quienes hacían guardia por las noches; ellos entraban a la celda en la oscuridad, amenazando a la niña; para que no hablara, dando riendas sueltas, sus bajos instintos carnales.

Era, una tortura horrorosa, por la que pasaba, a su corta edad, y que no tenía cuando acabar.

En el transcurso del tiempo que estuvo encerrada, una fiscal fue a inspeccionar la sede, constatando que Yanina era menor de edad, y que no debía estar allí.

Ordenó su liberación, al momento, después de un año de encierro. Ese día, salió en libertad, estaba muy triste, y desorientada. Ya nada era igual en su vida, porque quedó marcada para siempre.

Su madre fue a recogerla, y al encontrarse, se abrasaron y lloraron juntos. Luego fueron a casa, y Yanina, se aisló en ella. Los días pasaban, las semanas y los meses, parecía que se iba tranquilizando, día a día.

Allí empezó un nuevo episodio de su vida. A pesar que han pasado varios años, aun se siente encarcelada; no puede olvidar, todo lo sucedido, en ella.

Recuerda, con claridad, cada instante, de lo sucedido, como si hubiera pasado, en ese instante. Tiene mucho miedo, piensa que alguien viene por ella. Cuando camina por la calle; siente que alguien la sigue.

Siente, cierta tranquilidad, al saber que a esos miserables policías, que abusaron de ella, los mataron, como perros. Ella dice, ojalá se hayan ido, al infierno, esas lacras sociales. San Juan de Yánac, 18 de Octubre 2016.
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