Es una frase que la hemos repetido mucho y aun así, con cada nuevo evento sísmico, es extraño ver a las personas reaccionar y preocuparse como si fuera la primera vez que ocurre un sismo en nuestro país. Esta actitud nos define como una sociedad sin cultura de prevención.
Nuestra historia sísmica de 500 años, demuestra que el país ha sido testigo de la ocurrencia de más de 50 sismos de gran magnitud que afectaron de diferente manera a nuestras sociedades.
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Quizás, y de manera equivocada, el terremoto de Chimbote del año 1970 (M7.8) es el más recordado, pero no por el sismo, sino por el daño causado por uno de sus efectos secundarios. Cuando ocurre un sismo en el mar, tres son los procesos secundarios que se desarrollan: la licuación de suelos, el tsunami y el sacudimiento de la cordillera que puede producir deslizamientos.
Este es el caso del bloque de hielo del Nevado Huascarán que se desprendió y sepultó a los pueblos de Yungay y Ranrahirca en la región Ancash.
Recordamos este evento por la cantidad de personas afectadas y por los cambios a partir de ese año, de las políticas de estado para la gestión del riesgo de desastres en el país.
En el caso de la ciencia, uno de los hitos logrados por el Instituto Geofísico del Perú (IGP) con el apoyo del gobierno, es concretizar el proyecto del Sistema de Alerta Sísmica Peruano (SASPe) que protegerá a las familias de las regiones que se distribuyen a lo largo de la costa peruana.
El proyecto debe concluir este 2021 y entraría en operación el próximo año. SASPe se desarrolla aprovechando el mayor conocimiento logrado sobre los procesos de generación y ocurrencia de sismos, en el desarrollo de la instrumentación geofísica y los avances en las comunicaciones.
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Sabemos que los grandes terremotos ocurren frente a la costa peruana y es allí, donde se instalarán 106 sensores de alta sensibilidad que al registrar la señal proveniente de un sismo, evaluarán si corresponde a un evento de menor o gran magnitud, en este último caso, enviará una señal por radio en milésimas de segundos dando la alerta a los GOREs en donde se establecerán los centros de control y de ahí, se diseminará en todas las áreas urbanas mediante el uso de bocinas.
De este modo, los tiempos de alerta dependerán de que tan lejos estemos, como área urbana, del epicentro. A mayor distancia, mayor tiempo de alerta. Cada minuto de alerta es vital para que las personas tomen la decisión de protegerse antes que las ondas sísmicas sacudan el suelo pudiendo afectar a sus viviendas. SASPe es un proyecto que protege a las familias peruanas y nos demuestra que en el IGP seguimos haciendo ciencia para protegernos, ciencia para avanzar.
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