Por: David Auris Villegas - Escritor/Pedagogo |
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Nos vemos obligados ejercer una enorme tarea en nuestro corto viaje pedagógico, evocando estas mágicas palabras, “dejad que los niños vengan a mí”, maravillosa frase que con premura olvidamos en las aulas, avocándonos al aspecto puramente académico y científico, aplazando consejos de los viejos escribas egipcios, “educar hombres de justicia con prácticas de amor al prójimo”.
Ante este panorama, surgen interrogantes en plena época de mundialización del conocimiento, ¿Bastará solamente el aspecto académico para educar al hombre?, ¿Acaso pedagogos como: Vigotsky, Aussubel, Gagne, Pieaget, Giroux, Mc Laren, Illich…,son suficientes para humanizar al ciudadano?, no estamos poniendo en tela de juicio a estos científicos; pero, veamos que dice Claudio Naranjo, “la Educación debe enseñar a ser felices”, a partir de su realización como ser humano con la bondadosa ayuda del maestro, quien combina los conocimientos y el amor.
El viaje de la educación, desde los albores de la humanidad, su peregrinación por las escarpadas cavernas y los campos, dispuesto a sobrevivir gracias a la inteligencia creadora y los sentimientos naturales del corazón, enseñando a las futuras generaciones, experiencias y maneras de convivir con la naturaleza, arribando a la época grandiosa de los egipcios donde los maestros, llamados escribas transmitían a sus hijos sabiduría y amor que, hoy hemos relegado al segundo plano, pues, importan más los conocimientos y no la ética del vivir.
Muchos están dispuestos a vivir con valores prácticos y tratamos responder a las preguntas desde la fachada científica, generando personas pragmáticas desprovisto de valores en una sociedad donde, quién miente más le va mejor socialmente, basta ver los reality shows; quien triunfa es quien comete “mayores errores”, y millares aceptamos con naturalidad en los medios de comunicación, las trivialidades disfrazadas de arte.
Ante la frívola avalancha de la competitividad cognitiva en nombre del desarrollo, como meollo de la educación formal masiva; es urgente, esbozar una pedagogía ética global, probablemente evolucionando nuestras miradas hacia la antigüedad, a los escribas y a alguien quien higienizaba las mentes y edificaba un hombre libre y feliz, Cristo, el maestro ético universal.
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