Por: David Vilcapuma Gutiérrez Licenciado en Educación Difusor de la literatura oral de la serranía chinchana. |
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En la estancia de Ayacancha, anexo de Copacabana, entre su silencioso trayecto de su lomada, existía una misteriosa estructura de piedra enorme que tenía la figura de un cura.
Los lugareños de esta zona, contaban que por las noches se escuchaba que el cura celebraba la misa, ofreciendo esta liturgia a los comuneros de Copacabana.
Este hermoso y pintoresco lugar era un mágico pedregal, embellecida de arbustos y verdes pastizales, donde las aves volaban y trinaban melodiosamente, en tiempos de abundancia.
La piedra era perpetuamente gris, que hacia fuego con el sombrío de las lomas desamparadas, en el silencio del día y la oscuridad de la noche.
Desde aquellos tiempos inmemoriales los comuneros distinguían en esta creencia que se atribuían al descubrimiento de este fenómeno accidentado de la naturaleza, como la fama de su riqueza.
Chincha, noviembre de 2022.
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