En OPINIÓN LIBRE |

La poderosa coalición de la derecha achorada fue vencida por la voluntad popular

A pesar de contar con recursos financieros, mediáticos y logísticos monumentales, alrededor de su candidata fetiche la nisei Keiko Fujimori, la derecha y extrema derecha criolla fue vencida por un simple lápiz sin plata.

 



Por: Eucadio Gutiérrez Solano  Profesor/Periodista


El pueblo soberano, de sangre milenaria, ganó a la poderosa coalición integrada por las fuerzas políticas, prensa nacional, las ratas, corruptos y delincuentes de todo nivel, durante las elecciones del 6 de junio.

 

Se diría relacionando con la Biblia, “que una hormiga ganó a un elefante”, demostrando que, tras 200 años de vida republicana, las personas del Perú profundo nunca perdieron su identidad, ni menos atentaron contra su cosmovisión secular andina.

 

El pueblo andino de Tello y heredero del Tahuantinsuyo, sin derramar una gota de sangre llegó al poder, a pesar que 2 centenas de años fueron maltratados, asesinados, humillados, discriminados y explotados. La monstruosa organización sangradora y corrupta perdió. Un humilde maestro de escuela -levantando la bandera de la peruanidad- llegó a la presidencia, ganando las elecciones en forma limpia y transparente, según las pruebas que se han dado a conocer, aunque el JNE se resiste en reconocer.

 

La temible organización criminal con los millones a la mano, con poderes en todos los estamentos del Estado y del empresario, no pudieron detener y derrotar al pueblo. Los electores, en todos los rincones más inhóspitos del Perú votaron por Pedro Castillo. En suma, ganó el pueblo, perdió la corrupción. Las pataletas de los dinosaurios, las lágrimas dolorosas de la prensa sin identidad, lloriqueos y más alianzas de los que “compraron” sus títulos, haciendo leña con sus argucias y leguleyadas, inventando cuentos y payasadas, para ganar en la mesa las elecciones, lo que no pudieron en las urnas, tildándolos como fraude, que solamente los locos, puede argüir de esa forma vil y calla. Pues los electores del campo, no nacieron mafiosos ni se contaminaron desde niños con la corrupción, sino son seres que respiran aire puro y comen el fruto de sus cosechas. No conocen ni practican lo que es fraude y adulteración. ¡Qué se cree la extrema derecha y las ratas, para argüir tamaña inquisición!

 

 

La gente del pueblo, no de la metrópoli, no son drogadictos, menos noctámbulos, que se entregan al placer, a base de licor, asisten a orgías semanales; a veces haciendo de hombres, otras veces de mujeres, ensartándose como perros; en cada operación la PNP encuentra calzones, preservativos, y “estimuladores sexuales”, drogas y licores. El Perú moral está en el campo, no en las ciudades. Hoy, los adinerados al ver perdidos sus privilegios saltan como hienas hambrientas ladrando sin cesar. La gente del campo necesita un sol para comprar pan; en tanto, los “pituquitos” portan dólares, y tienen permiso de sus padres para emborracharse y luego reponerse tras un largo descanso. Indudablemente el cuerpo es de ellos, pueden hacer lo que quieran, hasta practicar la zoofilia.  Pero, para la gente común, esto es degeneración ciudadana. Pérdida moral. ¿El imperio de la corrupción queremos?

 

A cada rato escuchamos por los medios informativos radiales y televisivos esclavos: Cerrón, Cerrón, Cerrón; Bermejo, Bermejo, Bermejo, comunismo. Basta ya de la infamia al pueblo. Ganó el pueblo, Pedro Castillo, y basta. Jamás torcerán la voluntad del pueblo. Excepcionalmente Radio Exitosa, ha dado cobertura al pueblo, aunque algunos de sus periodistas son Keikistas, que lloran internamente. Por dicho medio el pueblo sabio y valeroso expresa su repudio a la “organización criminal”, que quiere llegar al poder por medios vedados, y no a mérito de la verdad incuestionable.

 

Hay un ganador real, falta el pronunciamiento del JNE. El pueblo sabe que ganó Pedro Castillo. Cualquier otro camino, significaría llevar al pueblo a hechos no previstos. De modo, el JNE tiene la palabra, antes que la sangre corra por los ríos. No se trata de alarmar. Conjeturamos, porque sabemos, hasta donde va el clamor del pueblo, 200 años explotados.

 

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