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La realidad de los maestros y las maestras que trabajan en los penales

Más de 600 docentes peruanos tienen alumnos sentenciados por asaltos y crímenes. Dictan clases a 8 mil internos con estudios inconclusos.

Noble profesión. Un total de 600 profesores enseñan en todas las cárceles del país. En Castro Castro, hay 26 docentes que dictan clases entre barrotes. Créditos: Michael Ramón
Noble profesión. Un total de 600 profesores enseñan en todas las cárceles del país. En Castro Castro, hay 26 docentes que dictan clases entre barrotes. Créditos: Michael Ramón


Montoya, nueve años de cárcel, robo agravado, ahora amigo de Dios, abandona su asiento y avanza despacio. De niño quiso ser policía o abogado, pero terminó en el penal Miguel Castro Castro de San Juan de Lurigancho. Allí está ahora, caminando lento hacia una pizarra blanca. Aprieta los puños, achina los ojos, da unos pasos más y se detiene.

La profesora Sara Ramírez dice que Montoya tiene razón. Sus compañeros del nivel Intermedio del Centro de Educación Básica Alternativa (CEBA) del penal Castro Castro lo aplauden. El interno de 37 años, huésped del pabellón 5, ganador de un diploma por buenas calificaciones, sigue frente a la pizarra con la respuesta en la boca. Luego con letras mayúsculas y caligrafía infantil escribe: A-M-É-R-I-C-A.

 

Apertura del CEBA en el penal de Huaral.

 


En ese salón, los 25 internos sin uniformes, con sentencias judiciales y reingresos, ya saben leer y escribir. El nivel Intermedio equivale al tercer grado de primaria de los colegios regulares. “Saben sumar, restar, pero fallan un poco en la multiplicación y en la división”, comenta Sara Ramírez, de 43 años, la nueva profesora de Castro Castro.

Sara, la más pequeña del salón, dejó sus 15 años de experiencia con niños de primaria para compartir por unas horas la falta de libertad con hombres entre 19 y 74 años en la escuela de la prisión.

Sus alumnos, sentenciados por robo, abuso sexual y sicariato, prepararon un homenaje por el Día del Maestro en el auditorio del CEBA Manuel González Prada. Marco Yachi, 45 años, seis reingresos, pabellón La Pampa (4B), cuenta que habrá una actuación. “Y seguro alguien recitará una poesía”, agrega mientras dibuja un mapa enorme en su cuaderno.

En el Perú, 621 profesores enseñan en prisión. Dictan clases de Sociales, Comunicación, Ciencias y Matemática a internos que las abandonaron cuando ni siquiera tenían 10 años. Les dan lecciones a más de 8 mil hombres que pasaron casi toda su vida aprendiendo lo que no debían aprender.

Desde las 8 de la mañana, o las 2 de la tarde, los 26 profesores del Instituto Nacional Penitenciario del Perú (INPE) y del Ministerio de Educación (Minedu) aparecen en Castro Castro para enseñarles a 315 internos de primaria y secundaria. Muchas veces llegan sobre un mototaxi, junto al chofer, empolvados. En la puerta de la cárcel dejan su celular, los USB y su libertad.

Escolta en el pena 

A las 2 de la tarde, el profesor Jackson Carhuapuma ingresa al aula del nivel Avanzado. Allí estudia la promoción, en un salón de dos ventanas con barrotes. Hoy los alumnos, entre 22 y 60 años, llevan clases de Ciencias hasta las 5 de la tarde. Saludan a los visitantes, se mantienen en silencio, levantan la mano para hablar.

El maestro Carhuapuma lleva 15 años en prisión aunque esté libre. Primero enseñó en el penal de Lurigancho, a unas cuadras de Castro Castro. “Estoy más seguro aquí dentro que en la calle. Afuera alguien me puede asaltar”, dice.

Violeta Arenas, la directora del área de Educación del penal, no le resta razón. Hace diez años, durante un motín en Lurigancho, sus alumnos la rodearon en medio de los ataques. La llevaron escoltada por el denominado “Jirón de la Unión” y la alejaron de los amotinados. “Si no fuera por ellos...”, respira.

En el aula de Carhuapuma se filtra la voz de Sara Ramírez. La maestra de al lado sigue su clase sobre los continentes. Los alumnos Jesús Montoya y Dany Arbañir (con el nombre de su hija tatuado en el brazo) ya salieron a escribir en la pizarra: AMÉRICA y ÁFRICA.

Las clases en el CEBA son opcionales y cuestan 4,20 soles. Los alumnos firman asistencia, llevan un carné, les dan notas por su comportamiento y por los exámenes. Según los internos, este es un camino para reducir su pena: pueden acogerse a beneficios como el 2x1, 5x1 o 7x1. Más días de clases, menos días en la cárcel.

-Pero para sicariato no hay, aclara Carlos Garibay, 19 años, voz afónica, y con 19 “vueltas” (años) por cumplir en la cárcel. -Yo vengo a distraerme.

La profesora Sara dice que se arrepintió al inicio, pero ya les tiene confianza. A veces son desobedientes “y dicen palabras que jamás he escuchado”. Con ella elaboraron el papelote de normas de convivencia que está pegado en el aula: “No agredir a los compañeros”, “no adulterar las firmas”, “no fomentar peleas en el aula”. Sara sigue su clase. No recuerda por qué sus alumnos están allí, frente a ella.


El magisterio

El Ministerio de Educación (Minedu) cuenta con un total de 558 mil 657 profesores (más de 380 mil en la educación pública y 176 mil en la privada). De ese total, más de 500 mil están en la Educación Básica Regular, 12 mil en la Alternativa y 4 mil en la Especial.

Según el INEI, el 63,6% de maestros son mujeres. El 16,8% tiene posgrado universitario y el 91,8% tiene pensión de jubilación.

 

 

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