Por: Esteban Saldaña Gutiérrez - Ingeniero Industrial

¿Cuándo se jodio el Perú?, se preguntaba Zavalita, el de “La Catedral” de MVLL. Mejor se hubiera preguntado ¿Cuántas veces se jodio el Perú?. Creo que el Perú se jodio desde que una pléyade de ignaros, criminales y ladrones invadieron nuestra patria. Desde entonces el ADN de esa raza, que contra nuestra voluntad nos fue inoculado, permanece en nuestras células, como una maldición.

Según fuentes históricas la independencia estuvo plagada de abusos, decomisos y extorsiones de ambas partes, es decir de los españoles y  los independistas. El brazo derecho de San Martín,  el coronel argentino  Bernardo Monteagudo fue expulsado  del Perú  por los abusos  y ladroneras que venía cometiendo en nombre de la independencia.

Recién iniciado la Republica, los sinvergüenzas de toda la vida, recibieron indemnizaciones indebidas, por dudosas contribuciones  a la causa de la independencia,  en cuya cúspide de la ladronería se ubicaba a un tal José Rufino Echenique.

Ni hablar de la guerra con Chile. El entonces presidente constitucional del Perú, el general Mariano Ignacio Prado fugó  del país  en plena guerra, so pretexto de comprar buques y armamento. El sucesor de facto y autoproclamado dictador, el “califa”  Nicolás de Piérola,  que se vistió de general sin serlo, al ver  que los chilenos tocaban las puertas de la capital  huyo de Lima y se escondió en  Ayacucho, solo para minar la poca capacidad bélica que le quedaba al Perú.  La acefalía dio paso al Dr.  Francisco García Calderón, quien fue ungido  presidente constitucional y en tal condición resistió las presiones de los Chilenos, negándose a  entregar Tacna y Arica. Fue tomado prisionero, vejado, humillado y deportado a Chile. Los chilenos buscaban un mojigato, un cobarde y encontraron un traidor en Cajamarca,  Miguel  Iglesias, quien  vestido y armado por los chilenos se enfrentó   al  “tayta” Cáceres, el único general digno que se enfrentó al  invasor.  Iglesias es el que entregó  Tacna y Arica, bajo el auspicio de la clase dominante de entonces.

Y así, a lo largo de nuestra historia republicana, desde la invasión de los españoles, nuestra patria sufre traiciones, latrocinios, crímenes, que en muchos casos quedan impunes. Donde se pone el dedo brota   pus, decía el egregio Manuel Gonzales Prada. Esta frase no puede ser más cierta ahora.

Ataviado con poncho y chullo, mostrando su mejor rostro andino, el cholo de Harvard, convocó una gran marcha, contra la dictadura y la corrupción, dijo. Nosotros, los ingenuos de siempre, le creímos y  ahora vemos que era otro cuatrero.

Quien no la debe, no la teme, decía  otro  cleptómano, para trepar por los techos y asilarse en la embajada colombiana. Estuvo todo el tiempo entre Bogotá y Francia, esperando pacientemente  la prescripción de sus delitos, sintetizados en el libro de Carlos Malpica titulado  “pájaros de alto vuelo”. Retorno al Perú y con la verborrea de siempre volvió a reelegirse, solo para seguir desvalijando   el erario nacional. Que me investiguen, que me juzguen lo que quieran,  dice ahora el mitómano, pero lo que calla es que tiene una legión de fiscales, jueces y abogados dispuesto a limpiarle todas sus cochinadas, vía recursos de amparo que el mismo ordena presentar.

Inclusión social, se desgañitaba otro secuaz. Cárcel para los corruptos, repetía su mujercita, que al final termino gobernando al lado del pobre hombre de OH. Como todo impostor, desde el primer momento que piso palacio, se deshizo de sus promesas y se lanzó  contra el pueblo que lo eligió.  Ahora sabemos  que la felonía no venía sola, estaba impregnada de actos de corrupción,  provenientes de coimas brasileñas.

Tenemos ahora a un PPK,  preso de sus miedos y su pasado. Era la mano derecha, ministro de economía y finalmente presidente del consejo de ministros, en la época  que los brasileños coimeaban  por cada obra. Al parecer  fue un triunvirato conformado por  Maiman – Brasileiros – Toledo. Los fujimontesinistas están desenvainando la espada, esperando dar   la estocada fatal al pusilánime de PPK y al intonso de Zavala.

El alcalde de Lima,  otro discípulo aplicado de Alan García, ayer  salía desafiante,  con su sonrisa de  chacchador de coca y  con total cinismo  defender  la ignominia de los brasileños y contarnos el cuento que  los contratos son inamovibles, que como quedaría la seguridad jurídica. Hoy día este mismo bribón, frente  a la presión del pueblo, ha reculado y se ha tragado sus sapos.

Dentro de este panorama, las buenas noticias no siempre vienen del Perú. Así está sucediendo con las constructoras brasileñas. EEUU está logrando lo que en el Perú, nuestros jueces y fiscales no se atrevían. Sin embargo debemos recordar que cuando el diablo acaricia es porque alma quiere. Ya veremos, no perdamos de vista lo de Irak. Otra noticia, viene desde Italia, el felón Morales Bermúdez ha sido condenado a cadena perpetua por cómplice de crímenes de lesa humanidad. Ahora, el pobrecito, el angelito,  nos sale a decir que gracias a él tenemos democracia, si como no. No señor, gracias a organizaciones sindicales, como el SUTEP de Horacio Zevallos,  es que le  arrancamos de las garras de este falsario, al Perú y a su democracia.  
 

Uno de ellos, al parecer,  no tuvo el menor reparo en  robarle a su propio pueblo, a través de la inconclusa obra del Hospital de Tantará, que a la fecha se ha convertido en un monumento a la ladronería. 

No solo eso, todo el dinero de FORSUR, destinado a socorrer a los afectados por el terremoto del 2007,  que sobrepasaría los 22 millones de soles, habría pasado a sus bolsillos y con ese dinero mal habido,  este tipejo  se presenta en todas las  elecciones.

Ahora que se avecinan las elecciones municipales, otra vez, esa jauría de depredadores, de corruptos y  ladrones, están desempolvando sombreros, chumpis, ojotas, para engatusar a la población y luego de ser elegido  seguir saqueando las arcas municipales. Dios nos coja confesados.

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