Por: Luis E. Forero Medina  Abogado/Especialista enSaluderecho

16-10-2019 | La cadena empieza con la persona que conoce el territorio y que por un pinche dinero cazan vivas o a veces no sobreviven a un sinnúmero de animales, para ser vendidos a los traficantes e intermediarios y estos a organizaciones criminales en todo el mundo; unas veces para satisfacer caprichos baladíes o estar a la moda, otras con el fin de utilizarlos como mascotas, aunque no sean mascotas;  como remedios, rituales, explotación, colecciones, zoológicos, etcétera.

El público consumidor que se convierte en cómplice del tráfico ilegal de vida silvestre, es el último eslabón de ese crimen que ha agrupado a las naciones americanas para apabullarlo.

Particularmente América del sur es una parte de la tierra que llama la atención a los traficantes de vida silvestre, toda vez que este sub Continente es uno de los más ricos en diversidad cultural y biológica; con pueblos indígenas asentados históricamente en zonas de gran valor y especies  fascinantes como el jaguar, la piraña, la anaconda y el tapir; señala la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la red ambiental más grande y diversa del mundo, creada  hace 71 años.

Es sabido que el tráfico de vida silvestre es la actividad ilegal más productiva para la economía subterránea, ocupando el cuarto lugar después de del concerniente a drogas ilegales, armas y de personas. De la cantidad y dinero ilegal que producen estas actividades, las autoridades mundiales sólo se arriesgan a suministrar datos basados en incautaciones en el evento del tráfico de vida silvestre; sin embargo, de otro lado, muy rápido las mafias consuman el delito de tráfico de vida silvestre.

Para mejorar la capacidad de respuesta inmediata, se instan paulatinamente en todo Suramérica tecnología que permitirá detectar el movimiento de esos criminales; se supo en la Primera Conferencia de Alto Nivel de las Américas sobre el Comercio Ilegal de Vida Silvestre, llevada a cabo en Lima, a donde asistieron representantes de todos los países de esta parte del mundo.

En esa reunión multinacional, en la que se emitió la Declaración de Lima, se abordó este problema recordando que en la Declaración de Londres 2018, se enmarcó esa conducta como “un delito serio y organizado” que no sólo causa perjuicios a especies y ecosistemas, “sino también a los pueblos indígenas y poblaciones locales”.

En el Perú según fuentes oficiales, se estima que 318 especies de fauna silvestre están amenazadas por el comercio ilegal y 86 de ellas están en alguna categoría de amenaza. El Perú se tiene como uno de los países con mayor número de especies de aves en el planeta.  En Bolivia   habrían más de 70 especies en peligro por culpa del comercio ilegal; y en sitios remotos en tanto que las autoridades  persiguen a pie a los llamados extractores; éstos se escapan en helicópteros o aviones ligeros, o por barco por los ríos.   En Ecuador, según EFE, el problema de tráfico ilegal de vida silvestre (fauna y flora), “nadie se atreve a cuantificar y que se ve agravado por la falta de medios para luchar contra ese fenómeno”.

En la mitad del mundo, las extracciones suceden mayormente en las provincias del norte de la Amazonía ecuatoriana (Mongabay).  En Brasil y demás países, el tráfico de vida silvestre se ha agravado por la densidad y facilidad que se hace en las redes sociales. A escala mundial se estima que unos 30.000 primates, de 2 a 5 millones de aves, 2 a 3 millones de reptiles y entre 500 y 6.000 millones de peces ornamentales se comercian anualmente para atender la demanda de animales vivos, según la Secretaría de Ambiente de Bogotá.

@luforero4