Profesora - Psicopedagoga argentina |
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¿Aprendiste y ejercitaste en tu familia de origen poner en palabras el sentir de las emociones, ya sean de tristeza, enojo, confusión, u otras de alegría y valoración? ¿Ejercitaste compartir tu sentimiento de manera autentica más allá de la aprobación o no de tus padres y luego de tu entorno?
¿Qué sucede en realidad en la infancia y en la juventud con el remolino emocional?
Sabemos muy bien que “se tapa”. Se esconde, da vergüenza, se oculta. En general hay pocos espacios en educación y salud para habilitar la gestión de esas turbulencias “normales” a la humanidad.
Y así van las bombas de tiempo emocionales caminando por las calles enojándose con todo, o manipulando la realidad desde el desencuentro con sí mismo en excesos religiosos o fundamentalismos. Confrontando, o sutilmente ejerciendo el poder para seguir reprimiendo y confundiendo. Es la llamada “objetividad”, característica impuesta por el sistema patriarcal, vale decirlo, donde la emocionalidad cíclica de la mujer siempre es recibida como peligrosa. Claro la sociedad nos prepara para “dominar” la emociones, y en general, a reprimirlas para evitar la condena y el “desorden”
La propuesta es aprender que todo se transforma primero en sí. Y que en cada experiencia llamada “mala” puede salir algo maravilloso si podemos transitarlo con el amor, el respeto , el dialogo y la aceptación de la emoción puesta en palabras. Para ser más concreta, en los consultorios y talleres hemos dicho hasta el cansancio:
“Reconoce tu emoción y comunícala a tu familia y a tus seres más queridos”.
"Date tiempo para darte cuenta "qué estas sintiendo" y comunicalo"
Fundamental, los “padres” de familia. Esos varones casi “estoicos” que viven con presión arterial, acidez de estomago, gastritis, accidentes cardiovasculares o neurológicos , por no comunicar sus emociones:
Y en las mujeres las artrosis y artritis progresiva que hablan de “guardarse el dolor” por no decirlo, entre las más comunes.
Habilita en tu entorno ese espacio donde puedas decir: “eso me enfada”, “me molesta” y en el camino de la ida y vuelta, cada quien tomara el lugar y la actitud que le nazca desde su sentimiento. Una conversación en un paseo. Un encuentro en la cocina. Un domingo en pijama sintiendo la lluvia. Habilita. Propone el dialogo aunque incomode al principio, luego todo se alivia.
Algún día de estos sino ya puede ser tarde. Y solo te quedara echarle la culpa al gobierno o no se a quién de afuera, cuando en realidad, todo se inició adentro de una familia.
Llevará un tiempo en nuestras sociedades pasar del grito a la palabra . Ya es hora de darnos cuenta que cada actitud personal y cotidiana, también cuenta y es pura responsabilidad de cada quien.
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