En OPINIÓN LIBRE |

Las Fiestas Patrias. Un artículo de Esteban Saldaña Gutiérrez

Nos han enseñado que el 28 de julio es el “Día de la Independencia” del Perú, sin embargo la verdad es otra.

El 28 de julio de 1821, el grito libertador del general argentino José de San Martin resonó en la Plaza de Armas de Lima.
El 28 de julio de 1821, el grito libertador del general argentino José de San Martin resonó en la Plaza de Armas de Lima.
 

Por: Esteban Saldaña Gutiérrez 

Ingeniero Industrial

 
PUBLICADO EL 31-07-2015 |  Desde siempre, desde la escuela, nos han enseñado que el 28 de julio  es el “Día de la Independencia” del Perú. Ese día, nos dicen, nos sacudimos del pesado y ominoso yugo español y pasamos a ser una república independiente.

Sin embargo la verdad es otra. Existen dos versiones, dos historias, que corren paralela, una oficial, la que está escrita en los textos y que la conocemos hasta por demás. La otra historia, aquella  que no se encuentran en los textos y que  se pretende ocultar, distorsionar o maquillar.

Así ha sido siempre en este Perú nuestro.

Que  leerán mañana nuestros hijos respecto a Ollanta Humala, que fue un gobierno preocupado por las demandas sociales y que impulso los programas de alimentación y salud para los más pobres. Que si bien la economía  no mantuvo su ritmo de crecimiento, en embargo en  términos generales estuvimos bien. Pero no se leerá que en verdad fue un traidor a sus propios principios, sus ideales y su programa. Que gobernó a favor de las trasnacionales y que  trató al pueblo, aquel que lo eligió,  con total desprecio y en su contra.

Respecto a Alan García, dirán que encamino la economía por el camino correcto y que los niveles de pobreza y analfabetismo disminuyeron drásticamente, que nuestras importaciones fueron creciendo significativamente y que los capitales extranjeros invirtieron como nunca en nuestro país, dando trabajo y beneficio a la población. Pero ocultaran  que en realidad Alan García fue un cleptómano y  mitómano contumaz, metido hasta el cogollo con hechos repulsivos de corrupción,  de coimas y narcoindultos. De eso no se hablará.

Ni hablar de Alberto “Kenya” Fujimori. Unos de los peores y siniestros dictadores de nuestra patria. Que pobrecito, a pesar de su buen gobierno, fue injustamente encarcelado por los enemigos de la patria. No perdamos de vista lo sucedido por Mariano I. Prado. Él fue Presidente del Perú cuando Chile nos declaró la guerra. Al igual que Fujimori, este también fugo y con bastante dinero. Un traidor que debió ser juzgado por una corte marcial y condenado a  pena de muerte. Sin embargo no fue así. Regreso al Perú, se borraron todos sus antecedentes, nunca devolvió el  dinero robado y sus hijos descendientes directos  fueron  dos veces elegidos Presidente del Perú.

La historia oficial dice que los “trece del gallo” conquistaron el Perú y derrotando al imperio Inca en Cajamarca. Lo que callan es que a la llegada de los españoles -liderados por un analfabeto y  conformados por  cientos de presidiarios españoles y ejércitos formados por los naturales de Panamá y Guatemala, asì  como soldados africanos, en condición de esclavos- el gran  imperio Inca se debatía en una guerra civil fratricida, que la hacía vulnerables en extremo. Es más, el ejército de Atahualpa se alió a los españoles, en la creencia que venían en su auxilio.
 
Asì se lee en  la obra “La Guerra de los Wiracochas” escrita por el insigne historiador Juan José Vega, la misma que hasta la fecha no ha sido rebatida por ningún otro historiador.
 
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En el caso de nuestra independencia. Se dice que  gracias al generalísimo don José de San Martín obtuvimos nuestra libertad  y que desde entonces somos un país libre y  soberano. Lo que se nos oculta es el origen y la fuente de financiamiento de ese ejército.   Debió haber costado una fortuna.

Todo apunta que tras San Martín estaban los gobiernos de Inglaterra y Francia, quienes  pretendían romper el monopolio que  España mantenía con sus colonias y asì  poder comercializar  los ricos productos que América producía.  Fueron ellos quienes financiaron esa formidable campaña militar, movidos por afanes de lucro comercial antes que  otra consideración patriótica o democrática.  Hasta donde podemos comprobar nuestros hermanos indígenas,  nuestros campesinos  y el pueblo en general no se beneficiaron con la llamada “Independencia del Perú”. La esclavitud continuó hasta que Ramón Castilla  -se dice  para obtener esos votoS- libero a la raza negra de la esclavitud.  Los chinos o coolies continuaron en las haciendas trabajando en condiciones inhumanas y al final, en la guerra con Chile, nos traicionaron. Nosotros mismos, en Huancavelica hasta mediados de 1940 seguíamos caminando descalzos y nuestros pueblos no tenían postas médicas, ni contábamos con los más elementales servicios. Huancavelica  abastecía de luz eléctrica  a casi todo el Perú y nosotros vivíamos en la oscuridad,  alumbrándonos solo con velas o linterna, hasta los años 80.

Después de nuestra independencia nuestra condición no cambio para nada, pero si para los grandes capitales europeas como ingleses y franceses y  posteriormente el país del tío Sam, quienes si empezaron a beneficiarse con nuestras riquezas y como siempre a bajo costo y contando con mano de obra barata, bajo la complicidad de los gobiernos de turno.


 

 

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