Por: Esteban Saldaña Gutiérrez - Ingeniero Industrial |
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El Congresista y general (r) Edwin Donayre Gotzch, se ha erigido en una suerte de abanderado de la restitución de la llamada “cedula viva” de los jubilados de las fuerzas armadas y policiales.
La cedula viva es un mecanismo que permite a los militares jubilados seguir percibiendo, por el resto de sus vidas, sus sueldos mensuales y bonificaciones existentes y por venir. Es decir si pasan al retiro ganando S/. 3,000.00 soles, seguirán percibiendo y reactualizando ese sueldo por el resto de sus días, como si estuviesen en actividad. Esa es la famosa cedula viva.
Contrariamente a lo que sucede con los jubilados castrenses, en otros sectores estatales, llámese salud o educación, por citar dos, la pensión se reduce drásticamente y se congela. Si percibían S/. 3,000.00 pasaran a recibir S/. 800.00. En realidad no existe razón alguna para este tratamiento discriminatorio, ni siquiera la lucha antisubversiva. Porque si partimos de esa premisa, no se tendría mayor argumento, por cuanto solo el 10% de todo el personal militar (llámese FFAA y FFPP) participaron directamente en esa lucha. Y si avanzamos más en ese razonamiento, terminaríamos sin piso a favor de los militares, ya que otros sectores, como los ronderos por ejemplo, participaron directamente y de manera desventajosa en esa lucha. Y ya no hablemos de los campesinos, quienes tuvieron que soportar los abusos y muertes por parte de los militares y los senderistas. En justicia ellos debieran ser los primeros beneficiados, pero no lo son, ni siquiera son tomados en cuenta.
Retornando al tema de los militares jubilados y su ventajoso sueldo, que le significa al erario nacional una ingente cantidad de dinero, tanto que el actual gobierno se niega a acatar el acuerdo del congreso. Anteriormente, los gobernantes de turno pretendieron cortar ese tipo de sueldo, pero sin mayor suerte, por la soterrada y férrea oposición de los que se encuentran tras el telón. Ese es el tema de fondo que nadie quiere tocar, menos el congresista Donayre y sus congéneres, como el almirante Tubino.
¿Y quiénes se encuentran tras el telón? He allí el quid del asunto.
Eso es lo que todos callan, empezando por los generales y almirantes congresistas y terminando en los ministros, pasando por cada gobernante de turno. Los primeros callan por convenidos y por ser los primeros beneficiarios de grandes privilegios indebidos y los segundos, los de la clase política, callan por timoratos y genuflexos.
Veamos. El astronómico monto que significa el sueldo de los militares jubilados es solo la punta del iceberg de un problema mucho mayor y que el gobernante de turno tiene que lidiar silenciosamente. El problema mayor, valga la redundancia, son los sueldos de los generales y almirantes jubilados, porque a los S/. 8,000.00 mensuales que cada uno recibe en promedio, se tienen que agregar cuatro sueldos adicionales; el de su seguridad, mayordomo y chofer, que significan algo de S/, 15,000.00. Luego otros S/. 20,000.00 por concepto de combustible. Después, estos señorcitos reciben un carro del año anualmente, que prorrateados mensualmente se tiene S/. 8,000.00. Entonces la cantidad total mensual que el estado asigna a cada general o almirante en actividad o retiro asciende a la friolera suma de S/. 51,000.00. Sin contar por supuesto con otras gollerías, como clínicas privadas en los hospitales militares y que les permiten vivir a cuerpo de rey, con dinero de todos nosotros.
Entonces el tremendo dolor de cabeza de los gobernantes de turno son los exorbitantes sueldos y privilegios de los generalotes y almirantazgos. Ese es el problema de fondo del estado peruano, que ningún gobernante tiene las agallas y “cojones” para enfrentarlo y que pretenden solucionar la caja fiscal, recortando los sueldos de los militares de bajo rango y existen politiqueros de todas las layas que pretenden sacar provecho de las desventuras de los afectados.
Tomemos al toro por las astas congresista Edwin Donayre Gotzch. Usted es uno de los beneficiados de todos estos suntuosos privilegios. Si usted fuese consecuente con el problema del personal, usted hace tiempo hubiese renunciado a este tipo de prebendas, para después denunciar y finalmente hubiese presentado un proyecto de ley para desterrar todo tipo de privilegios a sus pares los generales y almirantes. No lo hace y seguramente que no lo hará, porque lo que usted está haciendo es pura demagogia, a costa del sufrimiento de los que si la han luchado, el personal subalterno. Es el personal de Técnicos, sub oficiales y tropa quienes pusieron el pecho frente a los terroristas y muchos de ellos sacrificaron su vida. A ellos solo las gracias y sueldos miserables. A ustedes la gloria y todas las gollorías habidas y por haber.
Por eso la ciudadanía, en la época del felón de Morales Bermúdez, refiriéndose a los militares de alta graduación los llamaban “comechados”, otros más procaces los tildaban de “cachamulas”. La situación no ha cambiado, siguen ustedes con una “vida muelle y sensual” a costa de todos los peruanos, parasitando del estado peruano.
Demuestre usted que no solo es pose, figuritismo y empiece por renunciar a esos privilegios. Luego presente un proyecto de ley para que el congreso de la republica derogue todas las prebendas que el estado asigna a los generales. Solo así usted se reencontrará con su pueblo, con sus técnicos y sub oficiales, con su personal de tropa. Solo así usted habrá demostrado que no solo son palabrerías. Demuestre usted que es un digno seguidor del General de División Juan Velasco Alvarado, no por sus principios políticos, sino por su defensa de los más desvalidos de las FFAA. Si hubo un general Velasco en el Ejército Peruano, hubo también en la marina grandes almirantes, defensores del bienestar del personal, como los señores almirantes Guillermo Faura Gaig y José Arco Larco, quienes pretendieron desterrar todo tipo de discriminación en la Marina. No pudieron, por que colisionaron con fuerzas oscuras y terminaron retirados del cuadro de comandantes generales de la marina. Solo el de Faura Gaig ha sido restituido.
Congresista Edwin Donayre le espera un gran reto, lejos de la verborrea y las palabras huecas y vacías. No se cuelgue de las desventuras del personal para ganar réditos políticos.
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