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Por: Esteban Saldaña Gutiérrez - Ingeniero Industrial
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PPK llegó al poder, en gran medida, gracias a los votos de la izquierda y de sectores progresistas, quienes veían como una afrenta al país, que la hija del dictador, el cobarde que renuncio por fax, hoy preso por ladrón y asesino, acceda a la primera magistratura de la nación. Hubiese sido una vergüenza histórica y un desafío a la decencia y a la democracia.
Sin embargo, con gran estupor, el día de hoy vemos como el oficialismo desde el Congreso se ha convertido en furgón de cola del fujimorato. El reciclado de Nicola Lucar, aquel que no pudo esconder su cara, cuando Valentín Paniagua lo dejo plantado en la televisión, en respuesta a una infamia elaborado por la sesera carcomida del tal Lucar. Decía que este personaje, obedeciendo un libreto, lanzo una propuesta de indulto a Fujimori. Al día siguiente un congresista topo, presentó un proyecto de ley para indultar a los presos mayores de 75 años y que presente deterioro de salud. Otro congresista visible del PPK, hoy secuestrado por el fujimorato, manifestó alegremente que el si liberaría a Fujimori. La reja (es un decir) de la Dinoes está a punto de abrirse.
Al mejor estilo fujimontesinista, como cuando se dio el autogolpe, la población fue “ablandada” a punto de mentiras y psicosociales, para obtener aprobación; igual, el día de hoy se apela a esas artimañas. ¿Qué necesidad había de declarar “héroes de la democracia” a los militares del rescate de la embajada del Japón, después de dos décadas?. Ninguna. Los intonsos de siempre se alinearon detrás de la parafernalia y en el patio de honor de palacio presentaron saludos a los nuevos “héroes”. Después de ello, la perversa maquinaria del fujimorato, pretendió y pretende reescribir nuestra historia, para lavarse la cara y ocultar la ignominia que significó la dictadura corrupta del jefe de la mafia.
« Las fuerzas oscuras del congreso, APRA, FP y Alianza para el Progreso, siguiendo el libreto, presentaron una moción para otorgar la “medalla de los defensores de la democracia” a tres cuestionados personajes y que fueron cómplices de la dictadura, el Cardenal Cipriani, el Almirante Giampetri y el Canciller Tudela. »
No voy a referirme a
Cipriani, el lenguaraz de las homilías a favor de los militares asesinos, que cuando parta de este mundo, no llegara a ser juzgado por Dios, sino por la corte de satanás, a donde llegara en la barca de Caronte y escoltado por cerbero.
En 1980, en Chuschi, Ayacucho, el mesiánico grupo terrorista de SL, inició su “lucha armada”, asesinando, posteriormente, a humildes campesinos. El gobierno de entonces declaró en emergencia el departamento, nombrando jefe político-militar al general Clemente Noel y Moral, cabronazo (en el habla de Iquitos, cabrón se refiere a los que permiten desmanes) que lejos de auxiliar a los campesinos los mandaba torturar, asesinar y enterrarlos clandestinamente en fosas comunes. Todos los que lo sucedieron siguieron la misma política, de desapariciones forzadas, de tortura, de crímenes y entierros clandestinos en fosas comunes, perpetrados contra ancianos, mujeres, niños y humildes campesinos, señalados injustamente de terroristas o pro-terroristas, ciudadanos que nada tenían que ver con los senderistas, eran inocentes, solo tenían la desgracia de vivir en esa época y en esos lugares apartados del Perú. Esa fue la situación real, el estado a falta de una política adecuada hecho mano a la barbarie, a la política de la paz de los cementerios, alentada en sus inicios por el general (f) Cisneros, que debe estar quemándose en algún lugar del infierno, quien decía “que importa qué matemos cien inocentes, si dentro de ellos hay tres terroristas”. Esa era precisamente la respuesta del estado, la ley del talión, la del diente por diente, la del ojo por ojo.
Personal de la marina, destacado en la zona de emergencia, no escaparon de perpetrar este tipo de asesinatos. El tristemente recordado comandante Álvaro Artaza Adrianzen, conocido como el “comandante camión” el que fue “secuestrado” y luego declarado “desaparecido”, eludiendo con esta maniobra el proceso judicial, es el primero de la lista de violadores de derechos humanos. Le sigue el almirante Tubino, el malo, el bravucón del congreso, es otro que es acusado de ordenar la tortura, secuestro y crimen atroz del Pucallpeño Indalecio Pomatanta, que fue quemado vivo. El ahora congresista ejercía el cargo de Jefe Político Militar. La lista es larga, incluye a técnicos, OMs y personal de tropa, quienes actuaron no por convicción, sino por consigna, haciendo eco a esa malhadada frase la del “infante primero actúa, luego piensa”, como si se tratara de una horda de retrasados mentales, sin capacidad de discernimiento.
Por ese camino encontramos al
Almirante Giampetri, dirigente nacional del partido corrupto Chim Pun Callao, cuyos líderes purgan condena por ladrones. El Frontón albergaba senderistas confesos y convictos, criminales de la peor laya, sanguinarios y junto a ellos acusados e investigados. Giampetri fue nombrado jefe de un pelotón de infantes que se encargaron de develar el amotinamiento de los senderistas. Estaba también “besitos” Agustín Mantilla y por él hablaba Alan García. El develamiento fue realizado a sangre y fuego. Al término de la operación quedaron vivos trescientos reclusos, entre senderistas e investigados. Estos reclusos fueron acribillados por orden de Giampetri, cuando se encontraban completamente rendidos y bajo custodia de los propios marinos. De esa matanza extrajudicial se le acusa a Giampetri y al pelotón de fusilamiento.
Posteriormente y ya con el grado de contralmirante, este sujeto, Giampetri, agacho la cabeza ante Montesinos y firmo una “Acta de sujeción” a favor de la dictadura corrupta y criminal, encabezado por el condenado Alberto “Kenya” Fujimori. Este cobarde en algún momento se opuso al golpe, como si lo hizo el General Salinas Sedo?. No, para nada. Este es el tipo a quien el Congreso pretende otorgarle la “medalla al defensor de la democracia”. No somos idiotas, tenemos memoria.