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Por: Eucadio Gutiérrez Solano Profesor/Periodista
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¡Levántate Perú!
Según se sabe históricamente los líderes de Lima y del norte siempre fueron traidores, amantes y defensores de los conquistadores, de la monarquía y de la oligarquía, que se repartieron el suelo patrio para sus bienes. Esta verdad se abre paso recién aunque duela a quién duela.
Desde Atahualpa hasta la fecha los del sur defendieron la patria amada, al Perú querido. Cinco siglos de lucha por la liberación del Perú. Es cierto que muchos nativos, indios, como ahora se unieron a los españoles asesinos, que mataron por millones a nuestros ancestros, cuyas pruebas está, como leñas, en las tumbas funerarias que abundan a lo largo del Perú. Nadie nos puede negar. La sangre de los mártires, héroes y heroínas no se pueden olvidar.
Haya de la Torre decía “que al gobierno se puede llegar a punta de fusiles y la plata”. Y ahora se puede agregar, que a través de la mafia y de la corrupción se puede lograr la presidencia de la república. Lamentablemente no obstante a la proliferación bárbara, como prostíbulos clandestinos, de las llamadas universidades, y la educación que se imprime en el Perú, y a pesar de los 500 años del genocidio perpetrado por los españoles y cerca de 200 años de independencia Nacional, pareciera que nada ha cambiado. La mayoría de los pobladores siguen pensando que los japoneses y blancos son los únicos que pueden gobernar al Perú.
Es una vergüenza fatal que algunos peruanos tengan el pudor y sangre de vestir a una “foránea” que no tiene ningún gen peruano, de considerar como a una diosa, tal como sucedió durante la conquista a los invasores, los traidores lo consideraban como “los wiracochas” o “dioses”.
Cómo decía el historiador Juan José Vega donde está la sangre derramada por Túpac Amaru y Micaela Bastidas, y María Parado de Bellido?
Los de Lima y el norte, ¿acaso se han olvidado de Miguel Grau, José Quiñonez…?
Es hora de que el Perú se levante, no puede ser un lastre y vergüenza del mundo, que más allá de las fronteras nos consideren como país de ignorantes.