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Por: Esteban Saldaña Gutiérrez
Ingeniero Industrial
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Si la naturaleza humana fuera distinta y el destino lo hubiese permitido, mi abuela por línea materna, Concepciona Violeta Guillén hoy día cumpliría 115 años de vida. Nació un 08 de diciembre de 1901.
Hija de don Gaspar Violeta Abregú y Genoveva Guillen. Tuvo dos hermanas, tía Juanita y tía Irene. Al fallecimiento de la abuela Genoveva, don Gaspar tuvo un segundo compromiso y nuevos descendientes, nuestras tías Elvira, Demetria, Felicita, María y Baseliza Violeta Soto. La familia Violeta se habían asentado en Ccochapata, que era andenería pura, legado de nuestros sabios “gentiles” y allí cultivaba sus productos de pan llevar.
"Mamá Conce", como le deciamos todos en la casa, se unió matrimonialmente a don Nicolás Gutiérrez Vásquez, huachino pero de raíces tantarinas. El abuelo fue un verdadero trotamundos, cosmopolita e inquieto, solo el fuerte carácter de su hermana Eduviges Gutierrez Reynoso (huachina) lo frenaba.
Mamá Conce fue de trato afable, noble, dócil e ingenua al extremo, que el abuelo Nicolás supo “aprovechar” en sus briosos años mozos. Cada vez que podía me llevaba a pastorear sus poquitas vaquitas a Llamayac, un cerco circundado por altos eucaliptos y salpicado de “palalas”, al mágico Socco Puquio, o a Maray Orcco, donde crecía variadas tunas.
Allí me contaba bonitos y entretenidos cuentos, en puro quechua, como “el chihuaco”…… (Juc hichuacoj ccasja, jinaspañataj alto rumiman segaruscca, jinaspañataj rumija rupacuscca, inti raicco, chihaucuja nisja …. rumi imapajami chaquichallaita rupaqunqui…… había un zorzal, saltando había llegado a la punta de una piedra grande, que estaba caliente por el fuerte sol, quemando las patitas del zorzal….quien molesto le increpo a la piedra ….), que yo escuchaba embelesado.
Lo que tenía de ingenua, tenía de fiestera. En ese entonces existía el Centro Social Tantará, que albergaba a la crema y nata de la familia Tantarina. Mama Conce, invitada o no estaba presente en la sesión, infaltable ella. Fiestas, cumpleaños, agasajos, ella sentadita, viendo como se divertían, ese era su entretenimiento más grande. Escondido en su pañolón llevaba una jarrita pequeñita, para llenarla de chasmiscol, encargo del abuelo.
«En ese momento sobrevino un temblor y mamá Conce en lugar de ganar la calle salió al patio posterior y justo cae una pared de adobe y la alcanza en su cabecita. Quedo allí, inmóvil, inerte, no padeció de sufrimientos ni dolores.»
Partió de este mundo como una palomita. Estaba en Chincha, en casa de mi tía Angélica, pasando sus días de descanso. Llegado el día de retorno a Tantará, se puso muy contenta. Se despidió de todos y fue a la casa de mi tío Héctor, que estaba cerca, también a despedirse. El primo Renán estaba allí, y al verla alegre se puso a tararear algún huaynito y cogiendo de sus manitas la hizo bailar, zapatear. En ese momento sobrevino un temblor y mamá Conce en lugar de ganar la calle salió al patio posterior y justo cae una pared de adobe y la alcanza en su cabecita. Quedo allí, inmóvil, inerte, no padeció de sufrimientos ni dolores.
Sus restos descansan en Chincha, cerca al abuelo. Por una iniciativa feliz de mis primos “Ostavito” y Wilfredo, pronto estarán juntos. Mamá Conce, Papá Nico y mis tíos Demetrio y Angélica. El 16 de diciembre se celebrará una misa de honras en Pueblo Nuevo, Chincha, en memoria de los abuelos y los tíos que ya partieron al infinito. Ese día los esperamos a todos.