Por: Luis E. Forero Medina Abogado/Especialista enSaluderecho |
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PUBLICADO EL 17-11-2018 | La lucha por solucionar el problema de la falsificación de medicamentos que afecta a países desarrollados y en desarrollo, la adelanta la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde 1982. En 1988 se dictó la primera Resolución sobre el particular, y en 2009 esa Organización lo calificó “como un grave problema de salud pública”.
En ese año la Organización Panamericana de la Salud (OPS), pidió “a los gobiernos y a los responsables de la industria farmacéutica que contribuyeran a detectar y prevenir la creciente difusión de las exportaciones o el contrabando de preparaciones farmacéuticas indebidamente etiquetadas, adulteradas, falsificadas o que no se ajustan a las normas de calidad exigidas”.
Los gobiernos tienen desde 1999 una herramienta básica de la OMS en ese punto: ‘Pautas para la formulación de medidas para combatir los medicamentos falsificados´, que “tienen como objetivo proporcionar orientación a los Estados Miembros en la formulación de sus propias medidas nacionales para combatir la falsificación de medicamentos”.
Esas pautas no solamente están dirigidas a las autoridades ejecutivas, legislativas y Poder Judicial, sino a toda la cadena: sector farmacéutico, importadores de medicamentos, distribuidores, asociaciones profesionales pertinentes y los consumidores.
En la región de las Américas, hace 20 años, en 1999, se conformó el Grupo Temático de Combate a la Falsificación de Medicamentos; y a nivel mundial en 2006 se estableció el Grupo Especial Internacional contra la Falsificación de Productos Médicos (IMPACT), cuya función primordial es bloquear en el planeta la producción, transporte, comercialización y consumo de productos médicos falsificados. Dos años antes, en 2004 se dicta en el Perú la Política Nacional de Medicamentos; básica en esa cruzada.
Supuestamente los medicamentos “bamba” se consiguen en algunas regiones en bodegas, mercados, farmacias y boticas, a donde su acude atraídos por su bajo costo; lo cual se ha pretendido contrarrestar con los medicamentos genéricos, que también son baratos. Esos lugares de vez en cuando son intervenidos, echando de menos una mayor contundencia.
La falsificación de medicamentos se alimenta por más de una decena de causas; los denominados factores que facilitan la falsificación; como la corrupción, sanciones penales ineficaces, falta de legislación adecuada a fin de contribuir su erradicación, y una autoridad nacional reguladora de medicamentos ausente o con escaso poder, indican dichas Pautas. Aunque esos factores varían de un país a otro.
Afirmar cuánto medicamento falso circula, en dónde, cuáles son los puertos de entrada, las rutas; es prácticamente imposible para las autoridades sanitarias y conexas de la mayoría de países de la Región.
Sin querer, muchas personas contribuyen a ese mercado negro, tirando a la basura los medicamentos vencidos; que en seguida son reciclados por el comercio ilegal de fármacos. Los envases son especialmente preciados por los mercaderes de la muerte, así estén deteriorados o parcialmente utilizados.
Las consecuencias por el consumo de medicamentos, productos farmacéuticos y dispositivos médicos falsos son imprevisibles, pudiendo ocasionar hasta la muerte. Las autoridades sanitarias consideran que la permisividad o incapacidad para acabar con ese asunto “ erosiona la confianza en el sistema de salud en su conjunto”.
Aunque los medicamentos son considerados como un bien público por la OMS; se echa de menos en muchas partes campañas para que la comunidad aprenda a diferenciar un fármaco original de uno falsificado; y la “mano dura y sin contemplaciones” , que siempre se anuncia, no se ve por ningún lado.
En Perú funciona el Grupo Contrafalme, -Combate al Contrabando, Comercio Ilegal y Falsificación de Productos Farmacéuticos y Afines-, que es presidido por el Ministerio de Salud e integrado por 17 instituciones, entre ellas la OPS.
@luforero |
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