Cuántas historias y leyendas se tejen de Auquichanca, que toponímicamente, en quechua, significa el “papá” o dios de los Chancas. Los antiguos peruanos tras muchos años de observación llegaron a esta conclusión, que hasta ahora se conserva.

Hace poco estuvimos cerca de este legendario cerro. Nos ubicamos al lado este, tras 2 días de viaje por Tipicocha. Desde allí apenas se les observa. Veinte años atrás subimos a la parte más alta de Liscay, creyendo acercarnos. Y, hace 2 meses, el 30 de agosto, pensamos fotografiar  desde las alturas del distrito de San Pedro de Huacarpana, Chincha. No hemos logrado nuestro objetivo. Hace 10 años con Bruno Gonzáles Aguado subimos al cerro más alto del distrito de Azángaro, Yauyos, llamado Huarashaja, que está al lado oeste de Auquichanca, desde allí la fotografiamos. Y hace una semana estuvimos por el distrito de Lincha, Yauyos, lado norte. Tampoco llegamos porque la carretera estaba obstruida.

Por todos los lados nos cuenta la misma historia. Auquichanca pertenece a 3 provincias: Chincha, Yauyos y Castrovirreyna. Uno de los días llegaremos. Nos cuentan que cerca hay lagunas y un pequeño pueblo enclavado al pie del temible y poderoso cerro.

El más comentado de las leyendas, tal vez realidad, se refiere que Auquichanca tiene un poder mágico de ser el encantador. Hace desaparecer a personas, animales y hasta movilidad. Se cuenta que en un tiempo no muy lejano unos ingenieros desaparecieron con su movilidad. Han pasado varios años y no han vuelto a la realidad. Lo que se sabe es que estuvieron por esa zona buscando una beta de oro. La desaparición de personas y animales no es ninguna novedad.

Otro poder sobrenatural es que Auquichanca vive, tiene espíritu protector y también castigador. Hace unos 60 años aproximadamente un ciudadano chavinero acompañó a un anciano dedicado a “los pagapus”. Él fue testigo, a media noche, que entre el “pagapu” y Auquichanca entablaron un diálogo, previo pago desde luego. Ante una pregunta la respuesta de la milenaria cumbre fue contundente: “Hermano, la mula hurtada por los abigeos se encontraba por las alturas del distrito de Víñac, Yauyos”. Después de varios días de búsqueda los chavineros (Chincha) hallaron la bestia, justamente por el lugar indicado por Auquichanca.

Historias así se repiten. Otro enigma se relaciona con la salud. Para curar a un enfermo se recurre a Auquichanca y asunto resuelto, si está para sanar. Nosotros encontramos, hace 20 años, a unos cuantos kilómetros de distancia, pero visible a Auquichanca, los restos de frutas y demás enseres usados para el pagapu, indudablemente ofrecido al papá de los cerros. Allí, a unos 4 mil metros sobre el nivel del mar, logramos ver el “cucurucho” (cabeza de plátano) que solamente se produce en la costa o selva.

Lo que interesa a la historia es que Auquichanca fue el creador y papá de los Chancas. Según los relatos algún °auquillo” o anciano descendiente Chanca, ha vivido en la cumbre del legendario Auquichanca, pues se notan restos de construcciones antiguas en la cumbre de este misterioso cerro.  Además en sus faldas hay muchas plantas medicinales como la huamanripa, el puchunco y muchas otras hierbas.

Lo que queremos puntualizar es que Auquichanca existe en la realidad. En tiempos remotos es muy probable que de allí partieran los Chancas, para después establecerse definitivamente en Chancahuasi. En los cerros cercanos está los testimonios, inclusive llegaron a la tierra de los Hurin Yauyos, zona sur grande de dicha provincia. Por ejemplo hay vestigios arqueológicos en Chancachi (Chocos), y las alturas de Santa Mejorada (Chupamarca), por citar solamente 2, de decenas de pueblos que existieron más allá de la historia.

Huachos.com tiene el privilegio de presentar esta historia. No se trata de calco ni copia. Es un trabajo netamente de investigación, tal vez ya sea el final tras más de 40 años de estudios y viajes por las rutas del Perú milenario.