Por: Esteban Saldaña Gutiérrez - Ingeniero Industrial |
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Julio Bascuñán, aquel soplapito que con su parcialidad perjudicó a nuestra selección, nos mostró una vez más que el odio gratuito y antojadizo de los chilenos hacia nosotros los lleva en su ADN. No es de ahora, siempre actuaron de esa vil manera, traicioneros de siempre, ramplones de toda la vida, crueles y sanguinarios. Así es esa raza de codiciosos, actúan solo por instinto, no por algo el lema inscrito en su escudo reza al más estilo primitivo “por la razón o la fuerza”
Pero la pregunta que todos debemos hacernos es ¿porqué los dirigentes del la Federación Peruana de Fútbol aceptaron como árbitro a un sujeto de esta calaña?
La respuesta de nuestro Perú fue siempre sublevante por su parsimonia, por su miopía, por su inexplicable condescendencia, salvo honrosas excepciones, como el coronel Bolognesi o Andrés A. Cáceres, por citar a dos de nuestros héroes; pero el común denominador es siempre el de bajar la cabeza. Allí está el presidente suicida que con temblorosa voz nos llamó a la cautela frente a los chilenos.
La guerra con Chile, nos mostró lo frágil que puede ser el ser humano, sobre todo la clase política, aquellos que cortan el jamón en nuestro país, a decir del padre “Bolo” son aquellos que no tienen “ni Dios ni patria”. Inexplicable la actitud de Miguel Grau. Mientras ordenaba salvar la vida de los náufragos chilenos de la fragata Cochrane y se aprestaba a enviar cartas de pésame a la viuda del comandante Prat que había perdido la vida en ese combate; al otro lado, nuestro buque independencia, que había encallado persiguiendo a la Covadonga y quedo inerme, fue cañoneado por ese buque enemigo y su tripulación rematada a fusilería limpia. Que traición! Que cobardía!
El desenlace de esa guerra la conocemos de cerca. El chileno, el invasor se apoderó de Lima y cometió todo tipo de tropelías, abusos, crímenes. Nuevamente la clase política se puso de rodillas y traiciono a nuestro pueblo, quien con Cáceres a la cabeza defendía nuestra soberanía y nuestra bandera. Traiciones, felonías, cobardías parió esa guerra. Mariano I. Prado, Nicolás de Piérola, Lizardo Montero, Agustín Belaunde, y un largo etcétera forman parte de esa miseria.
Este árbitro solo nos hace recordar que el chileno es así, siempre ha sido así y así será. Se apodera de nuestros productos bandera, de nuestro pisco sour, de nuestro ceviche, de nuestra papa a la huancaína, de nuestra chirimoya.
Hasta cuando estaremos con la cabeza gacha. Hasta cuando la clase política, aquellos que manejan los hilos de nuestro país permanecerán en la parsimonia, en el consuelo de los hechos consumados.
Hoy más que nunca “La Cena Miserable” de Cesar Vallejo toma vigencia. “Hasta cuando estaremos esperando lo que no se nos debe…. Y en que recodo estiraremos nuestra pobre rodilla para siempre!.... Hasta cuando la cruz que nos alienta no detendrá sus remos. Hasta cuando la duda nos brindará blasones por haber padecido! …”
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