Cuando una persona nos da la mano para saludarnos cortesmente, valoramos al instante la forma en la que lo hace. Si la extiende con firmeza o es muy floja, si el gesto dura mucho o poco... Toda esa información forma parte de la comunicación no verbal y puede ayudar a formarnos una primera impresión del sujeto que tenemos delante. Pero un apretón de manos esconde mucho más.
Después de un curioso experimento, investigadores del Instituto de Ciencia Weizman han llegado a la conclusión de que este saludo se originó como una forma de conocimiento del otro y se mantuvo en el tiempo porque durante el mismo se transmiten señales químicas. Algo así como lo que hacen los perros y otros animales cuando se encuentran, pero, por mor de nuestras pulcras convenciones sociales, mucho más sutil.
En el experimento, publicado en eLife, participaron unas 280 personas que fueron recibidas con o sin un apretón de manos. Cámaras ocultas grabaron la escena para comprobar cuántas veces se tocaban la cara. Resulta que la gente olfatea constantemente sus propias manos manteniendo éstas en la nariz cerca del 22 por ciento de las veces.
Lo más curioso es que los individuos que fueron recibidos con un apretón de manos incrementaron significativamente el gesto de tocarse la cara con su mano derecha. Sin embargo, el trabajo especifica que este comportamiento sólo parece suceder cuando el sujeto al que se saluda es del mismo sexo.
Para comprobar que el gesto de tocarse la cara era una manera de olfatear sutilmente la mano tras el contacto, los voluntarios fueron equipados con catéteres nasales que medían el flujo de aire. Los científicos encontraron que cuando una mano estaba en las proximidades de la nariz el flujo de aire a través de los conductos nasales se duplicaba. En otras palabras, el sujeto estaba husmeando.
«Es bien sabido que emitimos olores que influyen en el comportamiento y la percepción de los demás, pero, a diferencia de otros mamíferos, no 'probamos' esos olores abiertamente. Este experimento revela que los apretones de manos son una manera discreta de buscar activamente señales químicas sociales», ha señalado el autor principal del trabajo, Noam Sobel.
Estudios previos han sugerido que las señales químicas de los humanos desempeñan un papel en la selección de pareja, transmitiendo el miedo, la alteración de la actividad cerebral, y la sincronización de los ciclos menstruales de las mujeres. Para confirmar que este gesto es eficaz en la transmisión de este tipo de productos químicos, los científicos analizaron el contenido de guantes estériles utilizados para estrechar las manos de los sujetos.
En ellos encontraron que el escualeno y el ácido hexadecanoico, ambos productos químicos que juegan un papel importante en la señalización social en perros y ratas, se habían transferido a los guantes.
«El apretón de manos es un método conocido para transmitir una variedad de información en función de la duración del gesto, su fuerza y la postura usada. Nosotros sostenemos que puede haber evolucionado hasta servir como una de las numerosas maneras de 'degustar' productos químicos entre las personas, y que todavía sirve a este propósito en una parte muy significativa, aunque de forma subliminal», ha concluido Sobel.
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