Si bien las perspectivas a largo plazo –a pesar de las contingencias climáticas- son positivas para el desarrollo de la agroexportación peruana, no se puede soslayar que
el país necesita una estrategia para no saturar los mercados con los mismos productos.
Ricardo Polis, presidente de la
Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (AGAP), lo tiene muy claro y por ello advierte que si todos los proyectos de irrigación se dan en los plazos que están establecidos, las áreas de cultivo del país se duplicarán y habrá que seleccionar con cuidado a qué productos dar preferencia.
“No podemos seguir sembrando paltas, mandarinas y uvas,
tenemos que diversificar, ese es el trabajo importante que debemos realizar con instituciones como el INIA y sus más de 24 estaciones experimentales a lo largo de todo el país. Ellos pueden indicar quizá, por ejemplo, que la cereza tiene oportunidades de crecimiento en tales regiones, o si debemos exportar tunas”, sostuvo.
A ese propósito, el empresario recordó que el boom agroexportador peruano se ha dado con
161.000 hectáreas sembradas, de un total de 4.2 millones que tiene el país en total como áreas cultivables, lo que representa menos del 4% del potencial territorial. Esta brecha empezaría a acortarse con la puesta en marcha de megaproyectos como Olmos, Chavimochic (La Libertad), Chinecas (Áncash) y Alto Piura, entre otros, con los que la frontera agrícola se extendería inmediatamente en 120.000 nuevas hectáreas.
“Hay muchos productos con potencial, pero todo lo que el mundo come debe ser probado.
El arándano hace seis años no crecía en Perú, y hoy ya somos el quinto exportador del mundo, y en cinco años seremos el segundo a nivel mundial. Las uvas en Piura hace 15 o 20 años era algo imposible por las horas de frío, una locura, pero ahora se sembraron y son un éxito. Hay que probar qué puede rendir en cantidad y calidad”, refirió.