Por: Kristalina Goergieva - Banco Mundial
La semana pasada, cuando se celebró el Día Mundial de la Población, pensé en la alegría que representan los niños y el derecho de las mujeres a decidir cuándo tener hijos. Es importante para las mujeres, pero también para la sociedad en conjunto. No puede existir desarrollo sostenible si las mujeres no están empoderadas, y no puede haber empoderamiento de las mujeres sin acceso a un conjunto amplio de servicios de salud materna y reproductiva. La planificación familiar es uno de esos servicios.
En la Cumbre de Londres sobre la Planificación Familiar, más de 60 asociados se reunieron y prometieron una suma de más de USD 2000 millones para asegurar que otros 120 millones de mujeres y niñas accedan a servicios de planificación familiar voluntaria a más tardar en 2020. Es lo correcto, y es una medida acertada. La economía del futuro exige la participación plena de las mujeres.
Decidir ser madre o no, en qué momento y cuántos hijos tener es una de las decisiones más básicas que una mujer puede tomar, y esta opción determina con qué grado de eficacia ella puede participar en la vida económica de la sociedad en que vive. En un estudio realizado en Bangladesh se concluyó que las comunidades con acceso a servicios de planificación familiar registraban tasas de mortalidad infantil un 30 % más bajas; las mujeres recibían salarios un 40 % más altos, y todos los adultos poseían un 25 % más de activos físicos que aquellos de las comunidades donde no existían tales servicios.
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Pese a la necesidad de invertir en planificación familiar y el hecho que estos servicios tienen sentido desde el punto de vista económico, la inversión del sector público en este ámbito en los países de ingreso mediano bajo llega solo al 17 %. Las usuarias pagan directamente el 54 % del costo de los anticonceptivos, lo que significa que las mujeres están financiando su propia atención. Los asociados en la tarea del desarrollo, que no han contraído compromisos sustanciales en el tema, son también responsables de un voluminoso y creciente déficit de financiamiento en este ámbito. Esto es inaceptable e insostenible.
Por ello, me complació ver que no solo los ministros de salud sino también los ministros de finanzas de Nigeria, Pakistán, Afganistán, Sierra Leona, Malawi, Uganda y Bangladesh estuvieron de acuerdo en que la planificación familiar es crucial para el éxito a largo plazo de sus economías y sociedades. Desde todo punto de vista, la planificación familiar es la ‘mejor opción’ en materia de desarrollo.
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