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Ensimismado en la campaña política peruana, contribuí a la ruina de una pobre muchacha que, sin ningún mérito moral e intelectual, disputaba su tercer final como candidata presidencial.
Luego de morder el polvo de la derrota, la paradójica candidata, ante una multitud, apostando sus últimas cartas, invocó un sagrado nombre divino, conmoviéndome el alma y comprendí, la vida es breve y no conviene desgraciar candidaturas ajenas.
Ahora todo ha terminado y asumo que nunca es tarde para empezar. Fiel a mi destino, esbozo estas temblorosas líneas para expiar mi pecado y disfrutar la otra mitad de vida que me resta por vivir.
© David Auris Villegas. Escritor, poeta, columnista y pedagogo peruano. Teórico de la educación para el desarrollo sostenible.
@davidauris |
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