La cerveza es una de las bebidas más populares y antiguas del mundo. Se dice que sus orígenes se remontan al Neolítico, cuando el ser humano comenzó a cultivar sus propios cereales y aprendió a fabricarla. Hablamos de miles y miles de años de historia, en los que este líquido ha sido testigo de todo tipo de cambios, evoluciones y avances.
Lo que desconocíamos es que además de acompañar el curso de los acontecimientos, la cerveza había sido protagonista directa de algún que otro episodio; pero se descubren una lista de importantes progresos que debemos agradecer al popular «zumo de cebada».
¿Tienes un frigorífico en casa? ¿Te imaginas vivir sin él? Pues quizá podrías verte obligado a hacerlo de no ser por la cerveza. Carl von Linde trabajaba para la compañía Spaten cuando lo inventó, con el objetivo de aislar la bebida ya embotellada del calor de las máquinas que continuaban fabricando más y más litros. Su invento acabaría resultando útil para muchas cosas más. Lo mismo ocurrió con las propias botellas de vidrio: el estadounidense Michael Joseph Owens ideó la primera máquina capaz de fabricar en serie estos envases, con el objetivo inicial de dedicarlos a la comercialización de cerveza.
Pero con tantos años de historia regados por este «oro líquido», podemos irnos mucho más atrás. ¿Habría sido viable sin cerveza la era de los descubrimientos? Es más que probable que la respuesta sea negativa. Se sabe que los grandes exploradores como Cristóbal Colón no zarpaban sin proveerse de varias decenas de barriles, dado que en las largas travesías el agua terminaba por estropearse. La «birra» también colaboró activamente en la posterior colonización de América, dado que muchos europeos caían enfermos allí al no estar acostumbrados al agua del Nuevo Mundo. La cifra de mortalidad descendió cuando pudieron empezar a fabricar su bebida favorita.
En el siglo XVIII, el inglés Joseph Priestley descubrió el dióxido de carbono... y sí, también lo hizo gracias a la cerveza. Lo que despertó su curiosidad no fue otra cosa que observar, en una cervecera próxima a su casa, cómo había gases que «caían» al suelo durante el proceso de fermentación, de modo que tenían que pesar más que el aire y ser «otra cosa». Por cierto, fue también analizando la fermentación como se inventó la escala de PH. Con ella resolvieron en Carlsberg sus problemas para medir con total exactitud los niveles de acidez de sus bebidas.
Trabajando en una cervecera, James Joule creó los precisos y todavía utilizados termómetros de mercurio. Incluso se dice que Louis Pasteur estaba intentando averiguar por qué se estropeaba la cerveza cuando inventó el proceso de pasteurización. Como puedes ver, además de refrescante y sabroso, el contenido de tus cañas es un elemento trascendental en la historia de la humanidad. Consúmela siempre de forma responsable y moderada; y la próxima vez que brindes con ella, recuerda que le debes mucho más que eso de ser un excelente antídoto contra la sed.