KIEV | La ofensiva rusa contra Ucrania ha llegado ya este viernes a la capital. El Ministerio de Defensa ucranio ha confirmado en un mensaje en Twitter la llegada de fuerzas rusas a las afueras de Kiev. “El enemigo”, según el término usado en ese mensaje, está ya en el distrito de Obolon, a unos nueve kilómetros al norte del Parlamento, en el centro de la ciudad.
Poco después, los medios internacionales fueron testigo, de cómo militares ucranios se defendían de fuego ruso a poco más de tres kilómetros del Parlamento ucranio. Se trata de un escenario extremo que ocurre apenas el segundo día de la invasión rusa sobre la antigua república soviética. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha acusado a Moscú de usar a los civiles como blanco de los ataques. Según el último balance, ofrecido esta madrugada, la ofensiva ha causado 137 víctimas mortales, la inmensa mayoría civiles, y más de 300 heridos. “Dijeron que los civiles no eran objetivo, pero es otra de sus mentiras”, ha lamentado el presidente en un vídeo publicado en la madrugada de este viernes.
El estruendo de los proyectiles del ejército ruso y el ulular de las sirenas son la nueva terrible banda sonora que amenaza la vida de los habitantes de Kiev, en el segundo día de la ofensiva lanzada contra todo el país por el presidente de Rusia, Vladímir Putin. “Es un milagro”, señala con la voz entrecortada Anatoli, de 50 años, delante de un edificio de 10 plantas bombardeado en la madrugada de este viernes a una docena de kilómetros del centro de la ciudad. La fachada destrozada con un enorme cráter del impacto delante explica el porqué de ese milagro.
Fuentes policiales sobre el terreno confirman que solo ha habido cinco heridos. Eran en torno a las cuatro de la mañana cuando “todo tembló y las ventanas de las casas saltaron todas hacia dentro”, relata este vecino. Olga, de 47 años, regresaba a su casa entre lágrimas y todavía incrédula ante la situación que está viviendo. Junto a ella, varios policías y militares rodean la zona mientras los bomberos acaban de recoger. Casi en paralelo a estas imágenes, los 27 países miembros de la Unión Europea y Estados Unidos han aprobado esta madrugada una nueva fase de sanciones contra el entramado político y económico de Putin.
Un hombre observa desde el interior de un edificio de 10 plantas atacado en la madrugada de este viernes en Kiev.
Las fuerzas rusas atacan con especial intensidad este viernes la capital de Ucrania. El ejército de Putin carga contra infraestructuras civiles para forzar al presidente ucranio, Volodímir Zelenski, a negociar y a capitular.
El Gobierno de Kiev ha informado de decenas de muertos y heridos en ataques por todo el país. Desde el sur y el este del país, las fuerzas especiales rusas y las tropas aerotransportadas tratan además de envolver al ejército ucranio en la región de Donbás, donde los servicios secretos ucranios creen que Moscú puede haber infiltrado además a grupos paramilitares para atacar desde dentro y hacerse con el control total de la zona. El plan podría repetirse, dicen, en otros puntos del país.
El objetivo de Putin en Kiev podría ser descabezar a la cúpula del Gobierno. Miles de personas han huido desde el este, más cerca de la frontera rusa, y de la capital, hacia el oeste, a ciudades como Lviv, cerca de la frontera con Polonia, donde esta mañana se han oído también las sirenas de alerta por ataques. Decenas de miles de ciudadanos tratan de salir del país hacia Polonia y Hungría.
La vida de los habitantes de Kiev pende de un hilo desde que comenzó el asedio del ejército ruso sobre la antigua república soviética. Nadie sabe dónde puede producirse el siguiente ataque aéreo, lo que multiplica la ansiedad y el caos. El gran socavón provocado por el bombardeo del inmueble de 10 plantas de Kiev se ha convertido en un lugar de peregrinaje al que se acercan los ciudadanos para comprobar de primera mano la magnitud de los daños. Muchos fotografían la escena con sus teléfonos o graban vídeos para subir a redes sociales. Los cascotes han sembrado el parque infantil que hay justo delante del bloque. Los columpios y el tobogán son testigos mudos de una noche de carreras y alertas que todavía siguen a primera hora del día.
Pocos minutos después de las siete de la mañana, las alarmas empiezan a sonar de nuevo. Los vecinos, a la carrera, se dirigen a los refugios más próximos, muchos de ellos al suburbano. En uno de los edificios cercanos al atacado, una treintena de personas se resguarda en silencio en el cuarto de las calderas. Algunos son niños todavía dormidos en el suelo ajenos a todo lo ocurrido.
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