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Por: Eucadio Gutiérrez Solano Profesor/Periodista
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Con asombro leíamos este jueves la página editorial del diario La República. Allí se dice con total desatino, “un pacto para suprimir directa o indirectamente la evaluación magisterial”, con el título “ATAQUE A LA REFORMA”, refiriéndose a la supuesta bicéfala vida de Fuerza Popular y los maestros. Hace varias semanas los docentes denunciaron cómo los diarios capitalinos se habían puesto al lado del gobierno, entre tantos La República.
Saltó la liebre como decía Ricardo Palma. En el editorial del jueves, sin duda, firmado por su director Gustavo Mohme Seminario, de acusación directa -en el que confirma nuestra hipótesis y la presunción de los profesores- se sostiene, “Fuerza Popular ha dado curso a una nueva etapa del operativo, que es la relación directa con la cúpula huelguista para ahogar la evaluación”. Es sorprendente la tipificación. Arguye además, “estamos frente a un ataque a las políticas públicas de calidad de servicio educativo, y la concreción de un pacto expreso entre la mayoría parlamentaria y la dirección de la huelga para derribar una reforma”.
« Aceptando la oscura redacción que desdice la calidad que debe prevalecer en el diario La República, debemos decir que el editorialista se enreda en su propio escrito, demostrando la falta calidad y precisión en su enfoque. »
Hay que adivinar lo que eructa, o tal vez se trata de un alto literato como Góngora, que escribe para que el pueblo no lo entienda.
Quizás traumado por la consistencia de los profesores en huelga o por defender ardorosamente el “financiamiento” elevado que hace el gobierno a varios órganos de expresión, repite varias veces: “la relación directa” o “pacto” entre FP y los dirigentes magisteriales. Lo que nos hace presumir la unión umbilical del gobierno con el diario La República.
Según lo acotado, La República tiene las pruebas suficientes de que los huelguistas tienen vínculos con el fujimorismo; y que “Fuerza Popular pretenda usar la mayoría conferida por los electores para echar abajo las reformas existentes”. Muy bien, “reformas” y “políticas públicas”. Después se habla de “ahogar la evaluación magisterial”, “derribar una reforma” y “ataque a la reforma”. Plural y singular que distorsiona la concatenación de su pensamiento. Si el editorialista no sabe lo que dice, ¿cómo puede escandalizarse cuando los maestros cuestionan la evaluación si el mismo escribiente no sabe concretar su opinión?
De otro lado, ¿qué reforma? Las llamadas reformas evacuadas en el campo de la educación no son reformas, sino simples parches y modificaciones elaboradas por tecnócratas en una “salita” del Ministerio de Educación, por personajes muchas veces intitulados y pertenecientes a una supuesta “élite intelectual”, suya ignorancia se manifiesta en los contenidos de las cuestionadas reformas. Toda reforma nace de un consenso donde participan los intelectuales más destacados.
« ¿Quién ha dicho que con la evaluación docente se salvó el Perú? El problema no está en la capacitación, sino en la “formación magisterial” y eso viene de lejos. »
Es un absurdo, una ofensa. La capacitación es voluntaria y no debe ser impuesta, maquinada y manejada bajo un modelo importado. La capacitación magisterial es muy diferente que la capacitación de otros profesionales. Los maestros se reflejan por sus productos, por los niños que ha formado, y no por complacer a los evaluadores, que son unos autómatas que han perdido su cerebro.
Por ejemplo los maestros deben saber varios métodos de aprendizaje y de la misma forma conocer los paradigmas educativos, que a la fecha superan los 200 enfoques. Si el profesor por decisión personal conoce varios métodos, ¿por qué debe ser obligado a rumiar un solo método copiado o enlatado que es dogma de los evaluadores? Es más, la capacitación, ¿en qué? ¿Métodos? ¿Conocimientos? ¿Formas o modos de aprendizajes? ¿En la “psicologización” de la educación?
El problema no está en la capacitación, sino en la “formación magisterial”. Un pan mal elaborado por más que se les decore con variados sabores, siempre demostrará sus defectos. De la misma forma, si el Estado no se preocupó por la formación magisterial, ¿por qué ahora tiene que despedirlo preocupándose del maquillaje? Todo docente que tiene buena preparación es un estudioso permanente, y aún elabora su propio método de enseñanza aprendizaje. Rechaza y cuestiona la domesticación.
Esperamos que el diario La República tenga cuidado en emitir sus opiniones. Lo referente a los maestros no resiste un análisis. Pueda que tenga 11,
pero mi maestro de literatura, Gontrán Pachas, le hubiera puesto 09 de nota.
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