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“Es muy lamentable decir que el pueblo de Chavín es tierra de los corruptos que han hecho plata a costa de los pobladores”. Así dejó de entrever la comunera María Santiago Chuquispuma, ayer por la mañana, a través de su programa radial que se difunde en un medio local.
María Santiago, la combativa lideresa comunal, más de media hora, despellejó a los malos comuneros que han hecho plata desde la presencia de la mina, en donde los “vivos”, tremendas mucas, han hecho riqueza, donde -ahora- tienen camionetas, volquetes, bombonas, chacras y casas, como si tratase de un milagro, mientras el pueblo sigue en la miseria y abandonado. Cientos de millones se han despilfarrado.
Estas granujas y sinvergüenzas, colocaron en la mina a sus familiares, hijos, sobrinos, yernos, queridas, esposos, y demás relacionados, formado una especie de banda criminal y que maneja el destino del pueblo. Cuando se trata de una asamblea comunal el séquito de devotos de la mina son los primeros en acudir y colocarse estratégicamente para destruir y mandar al tacho la decisión del pueblo, y cual hienas salvajes atacar a quienes salen en defensa de la comunidad.
Los malos comuneros prestan servicios a la mina, de diversa forma: alquilan sus camionetas, volquetes, bombonas, y otros bienes, que al cabo de 2 años adquieren otras movilidades, de tal manera tienen una mamadera permanente que, en los años de permanencia de la mina, tienen un pool de maquinarias, cuando antes andaban con sus chaplitas, y comían su papita y canchita. Además de esta horripilante forma de vivir, como premio por su fidelidad a la mina, la empresa les otorga, obras que cuestan millones, llamadas obras por impuesto, donde el amarre sucio es observable.
De otro lado, como si fuera una burla al pueblo, estos personajes que mantienen “amorío” o enlace, y defienden a la mina con garras y dientes, reciben además de los anterior, todas las atenciones y beneficios de la empresa minera, como gasolina, petróleo, obsequios y bolsas para sus familiares, que es público conocido como señaló también el luchador incorruptible Carlos Lliuya, coincidente con las denuncias que se hacen con frecuencia.
Por eso, acotó María Santiago, que a las asambleas comunales llegan los soldados de la mina, armado hasta los dientes, y llevados con movilidad pagada, coordinados y preparados, para que defiendan a la mina como caníbales hambrientos, donde son capaces de entregar sus vidas. A este extremo falaz se ha llegado en Chavín, donde los judas, reciben -a cambio- plata y beneficios.
Cuando la protesta se acrecienta, firman memoriales apoyando a la mina.
En chavín hay mujeres rescatables, de principios y que tienen identidad, como María Santiago, Alejandrina Huamán, Deny Laura, Salomé Lliuya, entre otras, que claman por la moralización en Chavín.
Pues, los sinvergüenzas, conocidos por sus malas artes, hasta salen por las radios, fingiendo ser moralizadores, cuando son los traidores de Chavín, y convivientes de la mina, decía Santiago.
Entre tantos daños causados por los traidores convictos y confesos, está la venta de tierras a la Mina Orco Cobre, y otros negociados, donde los dirigentes se han llenado de plata, asegurando a toda su generación, hijos, nietos, biznietos y tataranietos, mostrando una carita de inocentes, cuando son tremendas lagartijas.
Es necesario acotar que estos mercenarios y traficantes de los intereses del pueblo luchan para colocar a sus familiares en la planilla de la empresa, pues aparte de otros beneficios y sueldo, estarían ganando, anualmente, entre 40 a 50 mil soles de utilidad. Privilegio que gozan los familiares de los “hijos”, como decía el comunero Saldaña del caserío de Huinchilca.
NB: Los artículos publicados en esta Sección Opinión Libre son de entera responsabilidad de su autor. El contenido no refleja necesariamente la opinión de Huachos.com
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