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Por: Luis E. Forero Medina
Abogado/Especialista enSaluderecho
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La belleza, el cuidado personal, la innovación, la moda hacen que de los clientes más asiduos de negocios, sean los de centros de estética femenina que ponen un toque a la vanidad.
En el sector hay peluquerías excéntricas, lujosas, artísticas ubicadas en sitios exclusivos, atendidas por magos de las tijeras con mucho talento, estilistas renombrados que trabajan con las mejores marcas de productos de belleza y miman al cliente.
Igualmente se encuentran salones de belleza acondicionados en un espacio de 2 ms x 2 mts, en donde se atiende a la clientela de pies a cabeza con utensilios sin desinfectar, falta de un kit desechable de manicure y pedicure para cada caso; los estilistas no usan tapabocas , guantes, gorro y uniforme y bacterias y hongos andan como uña y mugre. Si los barberos sufren algún accidente o padecen una enfermedad que dan a la deriva porque no están afiliados a salud. Muchos peluqueros transcurren su vida sin tener derecho a una pensión de retiro.
En establecimientos de esa calaña, los usuarios de encime se llevan los piojos o la caspa, técnicamente llamada dermatitis seborreica, o fácilmente pueden adquirir alergias y todo tipo de infecciones cutáneas y enfermedades como la hepatitis o el sida por la re utilización de hojas de afeitar.
« Las peluquerías es un negociazo, es el quinto negocio que prefieren abrir los trabajadores informales peruanos, después de mercados, bodegas, restaurantes, tiendas de vestir y cabinas de Internet. »
Abrir una peluquería en el Perú con todas las de la ley, supone una cadena de trámites no propiamente corta que incluye constituir una empresa, - SAC, EIRL u otro tipo-, por lo que se deben llevar a cabo vueltas en Notaria, SUNARP, obtención del RUC y diligencias en las municipalidades para obtener la licencia de funcionamiento y el permiso de sanidad, cuyos requisitos son diferentes en cada distrito.
Una vez obtenido el permiso, las autoridades se dejan tomar del pelo y no estarían realizando seguimiento al cumplimiento de las exigencias para que funcione cabalmente un centro estético; como tampoco llevan a cabo operativos de sellamientos de peluquerías sin permiso.
Por la maraña de exigencias los emprendedores optan sólo por alquilar un local para prestar el servicio, en el que el trabajo decente no existe para los peluqueros, que devengan una comisión por corte de pelo.
Las peluquerías es un negociazo que empezó hace miles de años en Egipto, y que en Perú cuenta con un número que el Estado desconoce y es el quinto negocio que prefieren abrir los trabajadores informales peruanos, después de mercados, bodegas, restaurantes, tiendas de vestir y cabinas de Internet. En Bogotá es el tercer negocio que más se abren, después de tiendas de barrio y restaurantes, y se han puesto en boga las de los niches.
En algunas partes de América Latina, especialmente en feriados y fiestas, habilitan en las vías públicas carpas como peluquerías.
@luforero4