Por: Luis E. Forero Medina  Abogado/Especialista enSaluderecho

Es por demás paradójico que en un país, reconocido como  potencia pesquera mundial y el segundo en el mundo en materia de capturas marinas, no haya una Política Nacional de Pesca, continúen sin actualizar los Reglamentos de Ordenamiento Pesquero (ROP), que el IMARPE (el Instituto del Mar de Perú) – dependiente del Ministerio de la Producción-  no se dedique con más ahínco a la investigación, se haya desaprovechado un informe preparado hace varios años  por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura)  para el Gobierno de la República del Perú sobre la Ordenación y Planificación Pesquera y la Reactivación del Sector Pesquero, o que los pesqueros artesanales sigan a la deriva.

En el Perú, los pesqueros artesanales cuya cantidad se estableció hace diez años, sin que esté actualizado el censo, realiza la labor en su inmenso mar, en donde sobreviven a veces de pescas milagrosas destinadas al consumo humano directo o para el mercado nacional, pero nunca han adquirido un status económico notable, ni mucho menos al llegar a la vejez y retirarse, pueden acceder a gozar de una pensión de por vida.  El armador, o sea al propietario de la embarcación, se hace el desentendido de la persona como pesquero, creyendo que està formalizado por el solo hecho de haber obtenido un permiso de pesca.

La responsabilidad de llevar un registro actualizado de los pesqueros artesanales es de la DICAPI (Dirección General de Capitanías y Guardacostas), entidad que tramita los carnets de pescador.

En cuanto a las embarcaciones en que algunos pesqueros artesanales andan, de las cuales tampoco se conocen cifras confiables, se parecen a las barcas de ciertos de los discípulos de Jesús; porque se las pasan continuamente remendándolas en miras de una nueva aventura que unos saben cómo posiblemente transcurrirá, otros apenas son novatos en el oficio, entre los que se encuentran los tripulantes y los “colados”, llamados “pescadores embarcados”.

La falta de un censo de pescadores artesanales, asociados unos pocos a la Federación de Integración y Unificación de los Pescadores Artesanales del Perú (FIUPAP), hace imposible el diseño de políticas a corto, mediano y largo plazo en favor de este subsector pesquero, que les permita mejorar sus condiciones de vida. La FIUPAP en los últimos tiempos ha estado trenzada en disputas burocráticas de su Comité directivo, “cuestionamientos, y hasta con intereses de por medio”. En la cima el caos también es la característica; durante las cortas presidencia en este quinquenio, por la pasarela de Producción han desfilado varios ministros: Bruno Giuffra, Pedro Olaechea y Lieneke Schol Calle, Daniel Córdova Cayo, Raúl Pérez Reyes, Rocío Barrios, y otros que se nos escapan.

Este desorden administrativo no ha permitido desarrollar una “pesca sostenible y con futuro” y conducido a que el subsector artesanal a 2019 haya perdido más de USD 375 millones, según señaló el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que realizó un estudio a ese respecto.

Antes de finalizar el primer semestre de este año se conocería mucha información y reforma de este subsector, para lo cual trabaja intensamente un “grupo de trabajo temporal”, vinculado recientemente. De momento se supo que Fondepes (Fondo Nacional de desarrollo pesquero), tiene una línea de crédito destinada a la población más vulnerable de la pesca artesanal.

@luforero4