David Vilcapuma Gutiérrez - Licenciado en Educación

Aquella imagen vista desde la sombra, nos orientó hasta el escenario donde transcurrió la deplorable acción, los lugareños de esta zona, cuentan que en los años cuarenta a cincuenta, del siglo pasado, algunos comuneros de este fundo llamado Togarasha, habían sido atrapados por la codicia y la ambición.

En dicho fundo, vivió un comunero de nombre: Ireneo, él era un hombre sencillo muy reservado de carácter fuerte y de ferviente fe religiosa, se sabe poco sobre su infancia salvo que perteneció a una familia humilde, sus padres fueron muy duros en su trato, de la que huyó muy joven.

Los lugareños cuentan que las chacras donde él trabajaba arduamente, producían con abundancia la siembra. Este hecho había generado envidia en algunos comuneros más cercanos. Con el pasar del tiempo, Ireneo olvidó cumplir la promesa hecha ante la Virgen Asunta, de quien era devoto.

La dedicación a su trabajo no le daba tiempo para cumplir su promesa, sintiendo mucho remordimiento en su vivir.

Un día decidió visitar a su amigo íntimo llamado Ramón, quien vivía en uno de los fundos más cercanos llamado Aguagasha, Ireneo sentía la necesidad de exteriorizar su mundo interior contándole a su mejor amigo su remordimiento, el amigo al escuchar su congoja, lo animó para que tenga una actitud positiva y luche con fuerza para lograr lo que quisiera en la vida, la oración diaria bastará para el perdón le decía.

Cierto día, Ireneo, se encontraba caminando por las lomas de la estancia de Lámbras, cuando de pronto se encontró con Caín, un comunero viejo muy duro de carácter, quien a la vez era autoridad de esa comunidad.

Caín daba inicio a sus propósitos de maldad, increpándole con falsedades, haciéndole creer que todo los comuneros estaban en contra de él y que sería más aconsejable que Ireneo, abandone su fundo al día siguiente apenas cante el gallo, y se desaparezca de la comunidad para siempre. Ireneo respondió con firmeza, que no lo haría nunca por la fuerza, que el solo cumplía con los designios de la Virgen Asunta.

Días después Ireneo desapareció de la comunidad, nadie supo nada de él, pareciera que la tierra se la había tragado, los comuneros solo murmuraban en secreto,  que Ireneo había sido ajusticiado por Caín, quien se había colmado por la codicia, con la complicidad de algunos comuneros de la zona.

Este hecho había causado asombro en la población, los comuneros aterrorizados desdieron mantenerse en el silencio, a partir de entonces una realidad subterránea se había instaurado en esa comunidad.

Algunos comuneros con más entendimiento decían que este suceso, había sido atribuido a los fanáticos de la supremacía, poseídos por la codicia desenfrenada, otros cuentan que estuvo eternamente enamorado con la tía Clemencia, a quien la raptó y fueron a vivir a San Juan de Huanáco por San Juan de Yánac, después de muchos años, cuentan que Ireneo abandonó a la tía Clemencia con un hijo, y se fue a Lima, dejándola para siempre, dicen que formó otra familia en la capital. La comunidad al enterarse de este hecho enmudeció para siempre.

En toda esta comarca, era rutina de muchos comuneros disputarse los cerros, otros en la toma del agua, casi al borde del río, donde discutían y hasta se liaban a golpes, por el agua, por los pastizales, hasta por los animales.

Dicen que a partir de entonces la maldición ha caído en este paraje, todo ha cambiado, la sequía se ha ensañado con esta tierra.

Entre estos nombres se ocultaron muchos testimonios escalofriantes, que seguirán en el misterio, estos hombres existieron en la vida real y se tiñeron de sangre, dando nacimiento a una narración popular.

Los pobladores de la zona, en silencio celebraron con fervor a los hombres que pasaron a mejor vida, a través de esta barbarie.

Chincha, abril del 2018