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En 1973 comenzamos a tener contacto con los petroglifos de Huancor. Hasta ahora hemos realizado más de 100 viajes. Nos hemos detenido en tomar notas de sus figuras. Desde esa época observamos cada detalle y mensaje que representan las figuras. De manera, que lo conocemos como el fondo de nuestro bolsillo.
Los petroglifos de Huancor, es una pequeña parte de los petroglifos existentes en el río San Juan y demás ríos que surcan el valle de Chincha. Tuvimos el honor de descubrir cerca de 10 petroglifos próximos a Huancor. Todos tienen relación con los íconos de Huancor, incluso los de Pisco y Cañete.
En Huancor vivieron los antiguos pobladores de Chincha, de modo tiene cientos de hectáreas de extensión. Su área va desde el río hasta las cumbres. Sus habitaciones están en la punta de los cerros. Para llegar hasta allí se debe caminar y conocer el área donde se dan los pasos. Una mala pisada significa la muerte. En cuanto a las imágenes solamente están distribuidas en aproximadamente de 2 hectáreas. Los andenes, construcciones, acequias, tumbas y piedras grabadas, demuestran que es un complejo arqueológico. No solamente lugar de petroglifos.
En razón a su similitud con otros, ubicados a corta distancia, creemos que los petroglifos de Huancor es la capital de los demás petroglifos. El hombre jaguar se halla en Pocolay, cerca de Marcas, y el típico guerrero chinchano se encuentra en Huancor. Los petroglifos de Caruya, Aylloque, Capaco, Viña Vieja, Toro Rumi, Paty, Marcas, Palma Alta, etc. están vinculados, por solo cordón umbilical, que parte de Huancor. Creemos, empezando del petroglifo de Alto Larán, todo el valle del río San Juan y sus afluentes, está lleno de petroglifos. Siendo el epicentro Huancor. Es muy posible que los autores de los petroglifos de Huancor hayan influenciado la ejecución de los petroglifos de Huancano, en Pisco, y de Llangastambo, en Yauyos, y Lunahuaná y Calango en Cañete.
Huancor se colige, a base de la observación e interpretación, fue una especie de anfiteatro, o templo sagrado o lugar de concentración de los filósofos andinos, donde se hacían los pagapus, lugar de estudio telúrico y de enseñanza. Por algo vemos al quipucamayoc en estado de enseñanza. Se puede hacer tantas interpretaciones y lanzar hipótesis, algún día comprobable. Pero no podemos aislar a Huancor, mutilando a otros petroglifos, haciendo creer que, en Chincha, solamente existe Huancor, cosa que no es cierto.
Como producto de nuestro recorrido continuo publicamos 2 modestos libros sobre Huancor. Por el elevado costo que significaba una inversión fuera de nuestra posibilidad, algo plasmamos. Lamentablemente los autores de última hora. De visita turística, seguramente con muchos pergaminos, jamás mencionan nuestro aporte. Mas bien pusieron como bibliografía, en sus publicaciones, a personajes teóricos de rutina, con conocimiento de arqueología, plagiados de ideas, más no un investigador de los centros arqueológicos.
No obstante, al “ninguneo”, estamos llanos para hablar de Huancor, sin equivocarnos ni salirnos de la realidad, ni jactancia. Para hablar de Huancor hay que conocer mucho. Es fácil hablar de la plaza de Armas de Chincha, sin conocer todo el contexto. La enseñanza que dejan los escritores demuestra que estamos lejos de la humildad y calidad profesional, pues decimos con Sócrates “Solo sé que no sé”.
El primer periodista en llegar a Huancor fue Adolfo Peschiera Gonzáles, corresponsal de “Correo”. Un tiempo después llegamos el año 1973, desde esa fecha no hemos perdido contacto. Tenemos el privilegio de hacer campaña periodística para su difusión y protección, ante el salvaje destrucción que venía siendo objeto. Dos veces casi perdimos la vida.
Caminando cerros arriba y cerros abajo, cruzando cumbres y ríos, es así que tenemos un conocimiento integral de Huancor. Los estudiantes del Pardo y del Pedagógico que nos acompañaron son testigos. Félix Amoretti Mendoza, entonces alcalde de Chincha, y César Magallanes Aburto, alcalde de Alto Larán, fueron los únicos que tomaron interés por los petroglifos. El restaurante “El camarón de oro”, del ciudadano Pilpe, es otra prueba, fruto de nuestra campaña como periodista. Seguiremos batallando por la cultura como en la época de nuestra juventud.
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