(Video: entrevsita realizada fuera del cuadro del "Hay Festival Arequipa")
El politólogo Alberto Vergara fue uno de los animadores centrales del Hay Festival Arequipa. Habló de liberalismo, democracia y aprovechó para presentar su libro para niños Otta, la gaviota que tenía… ¡vértigo! En esta entrevista, Vergara hace un diagnóstico de la situación política del país. De sus análisis se desprende que no hay soluciones a la vista.
En la gran crisis de los noventa, las soluciones para el país eran claras: derrotar al terrorismo e hiperinflación. ¿Para esta crisis no hay solución, ha mencionado usted?
No tenemos el diagnóstico de dónde está el peso muerto que hace que el país esté en caída libre. A mí no me queda claro. La corrupción es una manera de nombrar todo y nada. ¿La representación política? ¿Pero qué se pudrió en la representación política? Parte del desaliento nacional es que no sabemos cómo salir de esto. Salvo que se tenga una visión maniquea e ingenua de que la solución pasa por cambiar una persona por otra.
Para muchos, la solución pasa por la salida inmediata de Pedro Castillo. Se acusa al Gobierno de destruir la institucionalidad y acelerar esa caída libre que menciona.
Claro, este Gobierno es el principal responsable, militante y convencido en su vocación de desarticular el Estado peruano, en una alianza de facto con el Congreso. Ambos trabajan para desmoronar la convivencia civilizada. Castillo y su gente tienen una posición transparente y le dicen al país: “me da igual lo que me digas, no tengo ningún propósito de enmienda, seguiré poniendo ineptos y; al delincuente que lo sacan de un lado, lo pondré en otro ministerio”. Es un Castillo que se planteó decirle al país: “así soy yo... y si no les gusta, sáquenme pues”. Como hay una destrucción evidente de lo público y lo meritocrático, el remedio para mucha gente es hay que deshacernos de él y su gente. Pero los problemas del Estado preceden a Castillo y a este Congreso. Seguirán ahí cuando se vayan ellos. No está claro que lo que vendría después sea mucho mejor. Estamos como en un limbo.
Muchos hablan de la necesidad de recuperar el centro político. Hoy estamos frente a dos bandos: la extrema derecha y la ultraizquierda.
No sé si el problema es ideológico. Lo que veo es un conjunto de individuos que intentan arrancharle cosas al Estado en beneficio personal, su partido o economía informal que los mantiene. Supongamos, Castillo ganó con una plataforma de izquierda y no aplica políticas no liberales, okey, pero lo que no se comprende es su desprecio por el país al poner un ministro de Salud como “el del agua arracimada” (Hernán Condori). Esa designación te revela que el país te interesa tres pepinos. No se trata de poner a un ministro de izquierda o de derecha. El país fue arrasado por la pandemia y pones a alguien que cumple con la repartija de puestos para una panaca determinada. Y lo mismo pasa con la compra de fertilizantes. Este Gobierno es una mentada de madre permanente al país. Queda clarísimo, no tiene ningún interés de enmienda.
Cuando comentaste sobre tu libro La condena de la libertad decías que la Constitución del 93 estaba agotada. Eso es música para los oídos de Pedro Castillo, Vladimir Cerrón y Verónika Mendoza, quienes consideran que todo se solucionará solo con un cambio constitucional.
Coinciden el agotamiento de dos proyectos: la Constitución de 93 y la etapa democratizadora 2000-2001. Ambos no sirvieron para construir a la mejora del país a mediano plazo y sus limitaciones son visibles en los últimos tres o cuatro años. Hay un tercer proyecto agotado, el de la izquierda, esta agrupación no llegó al país pos-Fujimori, hoy demostraron que son una izquierda sin consideraciones democráticas, dispuesta a las concesiones con la corrupción.
¿Se refiere a los aliados, a quienes avalan a Castillo?
A quienes participan y a quienes son los aliados. Es la bancarrota de un tercer proyecto. Uno se pregunta en este país destetado, sin brújula y norte, chispas qué funciona acá: la Constitución liberal del 93 mostró sus limitaciones, el proyecto democratizante de 2001 con su reforma de descentralización, ley de partidos políticos, leyes de participación ciudadana y tienes este proyecto de izquierda que demostraron ser tan autoritarios y permisivos con la corrupción, como todos los otros. Fracasaron. Qué nos queda, por dónde empezamos a replantear esto.
Ante el agotamiento de la Constitución, la izquierda plantea una asamblea constituyente, pero... ¿quién redactaría este texto, si usted ha mencionado que los actores de la política peruana son pigmeos?
No hay condiciones en el Perú para pactar nada. En estos momentos en el país nadie representa a nadie. En un momento de descomposición una constituyente no generará nada bueno.
El país tuvo bonanzas por el cobre, hay más de 29.000 millones de soles en obras paralizadas, no hablamos de un problema económico.
Si no resuelves el nudo institucional, mañana la China crece al 10% anual y lo único que tendremos es un país descompuesto con más plata.
Esto ya se advertía en su libro "Ciudadanos sin República".
Ese argumento ya estaba desde el 2013. Qué va a pasar con el país cuando no tengamos este crecimiento económico. Tú ves muchos ámbitos del país en donde hubo mucho dinero; sin embargo, el servicio es pésimo. Alguien explicaba en un evento que el gasto público era nueve veces más que hace quince años. El dato que deberían darnos es que el servicio dado por el ciudadano es nueve veces mejor. Eso quiere decir que estamos pagando más por menos o pagando más por lo mismo, lo cual en cualquier ámbito de la vida es un mal negocio.
Entrevista publicada inicialmente en La República
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