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Recordaron la última noche del desdichado abuelo de los niños. Silenciosamente volvió a maldecir la daga y se dispuso a meditar para exorcizar su tenebrosa conciencia en su refugio lejos de la justicia.
Esa fatídica noche recelosamente siniestra se oyó un extraño aullido de lobo y los faroles confabulados con la oscuridad se durmieron, que ahora vivamente recordaba.
Después de sus abluciones religiosas y disfrutar su preferido mate condimentado sigilosamente por manos asesinas, el acaudalado y flamante presidente de su país, se acostó feliz sobre su lujoso lecho enviado desde Bagdad.
Incapaz de conciliar el sueño, ansioso esperó que amaneciera para la investidura en su propio jardín, y como tardaba llegar, la impaciencia lo obligó salir en su búsqueda y ¿Saben? ¡Nunca más volvió!
@davidauris |
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